Muy agradecido a los seguidores de este blog, os informo de que termina esta experiencia a la par que acaba el año. La noche que viene es la de los grandes propósitos, ya sabéis, y uno de los míos consiste en ... digamos que administrar mejor la aceleración del tiempo. Ojalá se cumpla esta aspiración y también todas las vuestras. Gracias.

Julio.

Nochevieja de 2013.


jueves, 30 de diciembre de 2010

Las cascadas más guapas de Laciana (II): "El Saltu l´Agua" de Lumajo

Para despedir el año 2010 acudo a la cascada de Lumajo, El Saltu l´Agua. Es uno de los espectáculos naturales más -y peor- fotografiados del Valle de Laciana. Las imágenes fueron tomadas el día 27 de diciembre de 2010 a excepción de las tres últimas, que datan de unos días antes.                  


Recuerda que cada uno vive exclusivamente el presente, el instante fugaz. Lo restante, o se ha vivido o es incierto; insignificante es, por tanto, la vida de cada uno, e insignificante también el rinconcillo de la tierra donde vive. Pequeña es asimismo la fama póstuma, incluso la más prolongada, y ésta se da a través de una sucesión de hombrecillos que muy pronto morirán, que ni siquiera se conocen a sí mismos, ni tampoco al que murió tiempo ha. 
De las "Meditaciones" de Marco Aurelio.
















     
Para Alfredo y Ángeles.

martes, 28 de diciembre de 2010

Vivero de Omaña (II): El violoncello de Enrique

Nota bene:

1.- Las siguientes fotografías son de pésima calidad técnica porque a sus autores les temblaba el pulso y tuvieron que hacerlas con flash.
2.- Al tratarse del 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, lo que se ve en las imágenes no es lo que parece. Mi médica de cabecera no tiene por qué preocuparse. (Yo sí).
3.- No puedo identificar a los personajes fotografiados (ni a otros que no se ven) y hacer una lista de sus nombres porque, con toda seguridad, faltaría alguno. En casa del violoncellista he visto un cuadro con un poema en romance, obra del artista Valentín del Fresno, cuyos últimos versos dicen:

Faltan personas cabales,
no está completa la lista
pero ... con esta cecina
tenía nublada la vista.

Se ve que al pintor le pasó lo mismo que a mi.

4.- Si la cecina no se ve bien, haz "click" sobre la foto (dos veces) para ampliarla.














   Dedicado a Chema Hidalgo, omañés de pro.

Vivero de Omaña (I): el frío y la riada

  
 
 
 
 
A unos 1.350 m de altitud, Vivero tiene inviernos muy fríos y amaneceres perezosos.
El pueblo está edificado en el desagüe de un valle que tiene su máxima cota en el Pico Nevadín, a 2.077 metros. El río de Vivero recoge el drenaje de 1.400 hectáreas de terreno. Los aportes le llegan por unos cuantos vallejos y torrentes, algunos notables como el del Portillín y el de la Veiga del Agua.
 
 
 
 
Poco más abajo del pueblo, el río de Vivero se junta con los arroyos del Fasgarón
y del Puerto de La Magdalena y todo el caudal baja atropellado hasta
Rioscuro de Laciana, donde se suma al Sil.
 
Entre El Nevadín y Rioscuro  hay 17 km de longitud y un desnivel de casi 1.100 metros.
Del conjunto de datos anteriores se extrae que una buena tromba de agua podría armar en este cauce la de dios es cristo. Y como el río atraviesa el casco urbano, pues aún peor. 
 
 
 
 
 
Cuando visites Vivero, has de preguntar por La Ollina. Si eres tímido, no te cortes. Pregunta a cualquier vecino. Lo más que puede ocurrir es que te invite a unas lonchas de cecina. ¿Ves el fornido personaje de la foto, el de la funda verde? Pues ese es un buen cicerone. Se llama Enrique y es un maestro con el violoncello.
 
En la foto superior ves cómo el río pasa por el medio del pueblo. A la izquierda hay una fuente monumental con unos bancos de piedra donde poder tomar el sol al arrullo de las aguas. Esa fuente fue reconstruída hace poco tiempo. Antes había otra en el mismo lugar pero, ay si solo importara el arrullo del río.
 
Resulta que, en el mes de octubre de 2006, le dio por llover a lo burro en estos valles y el río de Vivero creció rápidamente, enfuceriose, empezó a arrancar tapines y abedules y, una noche de infausta memoria, los troncos y ramajes formaron un taponamiento del cauce justo encima de La Ollina embalsando muchas toneladas de agua. Pocos minutos después, aquello reventó, la avalancha entró en el pueblo y se llevó por delante lo que pilló. Entre otras cosas, medio puente y la fuente monumental de la que no quedó ni rastro.
 
 
 
Ésta era la fuente original.
 
 
 
Y ésta es la de ahora. Apenas se distinguen por el caño que antes era muy sencillo y ahora es una gárgola con la cabeza de un mastín. 
 
 
 
Si no hay a mano alguien a quien preguntar, puedes llegar a La Ollina sin complicaciones. Coges ese sendero que va río arriba entre la pared del prado y el agua y allá, al fondo, encontrarás un molino (hay más de uno) y, enseguida, el pozo y la cascada.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Azud sobre la ollina, para encauzar el agua a los molinos y para el riego.
 
 
 
 
 
 
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Tres imágenes de aquel día:
 

 
La Ollina varias horas después de la riada.
 

 
El pequeño afluente del Puerto también se llevó por delante la carretera.
No había, pues, modo de entrar hacia Vivero salvo a pie, por un pontón
de emergencia que construyeron los vecinos.
 
 
 
Así pudo llegar Manolo, el panadero de Senra, con un saco de barras calentitas al hombro para abastecer al ajetreado vecindario que, con las primeras luces, vio pasar troncos de árboles como arietes a la deriva por debajo de sus ventanas y luego encontró las plantas bajas llenas de barro y muebles y electrodomésticos echados a perder.
 
Así que, ya sabes, si te gusta La Ollina, que te gustará, disfruta de ella pero, si ves que llueve a lo burro, apártate. No vaya a ser.
 
 
 
 
 
 
   
                

lunes, 27 de diciembre de 2010

El Camino del Azor (I): Los sueños de Firme

 
 
 
 

Brañas de San Miguel de Laciana, entre Pleitín y el Badouchal.



 
O. Respighi: Pinos de Roma, IV: Los pinos de la Vía Appia. 
 

El viejo Camino del Azor prolonga la Calle Mayor de San Miguel de Laciana y baja hasta Las Rozas, el lugar donde fue formalmente instituida en el siglo XIII aquella Pola de San Mamés que nunca llegó a desarrollarse. Asfaltado hace años, el Camino del Azor es muy utilizado últimamente como ruta de aproximación a la Vía Verde que congrega a tanta gente ocupada en cuidar la salud.
A mitad de trayecto está la explotación ganadera de don Fermín Álvarez Rubio o de Firme el Carnicero, que de las dos maneras le llamamos. Firme se retiró de la actividad que le dio fama o, mejor dicho, lo retiraron los muchos años y la merma de fuerza física porque, de otro modo, su voluntad es tan irreductible como su nombre.   
 
La vocación pecuaria de los lacianiegos vino impuesta por las condiciones naturales de este país, que eran muy buenas para ello. Firme siempre lo tuvo muy claro. Tan claro que no le bastó con proclamar las cualidades de nuestras aguas y pastos sino que los señaló entre los mejores del orbe y llegó a sostener que aquí, en estas brañas, fue criado el bovino de más excelsa carne y se elaboraron derivados lácteos tan reputados que hasta los buques de la Royal Navy -Britannia rule the waves!- fueron abastecidos en Gibraltar con mantequilla de Laciana.
 
La pasión de Firme por la investigación sobre este valle nuestro es tan sorprendente como original el procedimiento. Todo lo relacionado con las brañas despierta su entusiasmo hasta tal punto que hizo innumerables prospecciones arqueológicas sobre el terreno, sobre todo en el flanco oeste del valle de San Miguel, entre El Badouchal y Pleitín, interpretando a su modo todo tipo de vestigios y cavilando y discurriendo sugestivas contingencias históricas.

Durante muchos años peleó por reivindicar la misión eterna de este valle, la ganadería.
Acudió reiteradamente a las administraciones y medios de comunicación para publicitar los logros y reconocimientos obtenidos y proclamar que, siendo la minería del carbón un episodio pasajero como tantos, el futuro de Laciana tendría que volver a discurrir por aquel camino. 
Nunca le hicieron mucho caso.

A medida que los años se le echaban encima, empezó a obsesionarse con la idea de ver en funcionamiento una escuela para jóvenes ganaderos que tendría la sede experimental en el camino del Azor, en las instalaciones de El Regueral, que son propiedad suya y fueron modélicas en su tiempo. Su sueño ni siquiera fue tomado en consideración.

Otro de los grandes empeños de Firme fue amparar la memoria del valle, su rica leyenda. Para ello concibió un museo pictórico costumbrista que, a pesar de encontrarse al aire libre, algunos no conocen todavía o no le han prestado la atención que merece.
Hay tres responsables principales en esta obra. Uno es su ideólogo e impulsor. Otro, Alfonso Portugués, artista con gran capacidad de percepción y mano prodigiosa que hace tiempo dejó un tanto orillada la pintura para centrarse en la fotografía. (1) El tercer actor, el que hace el papel de malo, es el tiempo que corre, la luz del sol, la lluvia, los saltos extremos de temperatura, la intemperie que acabará con todo.

Hay unos cuantos murales en las paredes de la Granja El Regueral. Uno resume el sueño de la conquista y colonización romana en el siglo primero. Con casi veinte metros de longitud por dos y medio de altura, recrea fielmente la orografía, fauna y flora de los vallejos solanos, las luengas brañas del norte, como escenario para todo lo que la ubérrima imaginación de Firme concibió acerca de la ordenación y gestión de los recursos ganaderos en los tiempos de Plinio el Viejo.
Veamos seguidamente este mural fragmentado y, después, una panorámica completa.

 
Al primer vistazo, una figura llama especialmente la atención del espectador. No se trata de un santo ni de un profeta como a menudo se oye decir a quienes observan. Firme analizó los vestigios de antiguas construcciones en los parajes de Pleitín y El Badouchal, estudió las áreas de terreno deforestadas y habilitadas para cultivar pasto y supuso que, en aquellos años de intensa minería aurífera, los funcionarios imperiales organizaron en la braña de San Miguel un gran establecimiento agropecuario capaz de abastecer de carne y lácteos a todos los clanes de trabajadores que poblaban los castros de la zona. Acaso el imponente personaje cuya presencia sobresale en este mural es Cayo Plinio Segundo -en el suelo, sobre la peña, se ve lo que pudiera ser un manojo de apuntes para su Naturalis Historia- o quizá se trate de su suegro, el senador Cayo Cecilio, que acudió a Hispania en visita turística y lleva puesta la toga senatorial. (2)
 
 
 
En este fragmento del mural, a derecha e izquierda del patricio subido en la peña se ven sendos poblados de factura diferente. El de la izquierda está construido según la técnica de los clanes -los paesici- que entonces poblaban los valles al oeste de la cordillera. Los chozos tienen planta circular u ovalada, pared de piedra, techo de falsa bóveda realizado por aproximación de llábanas o lajas y cobertura a base de terrones y ramas de piorno. El otro poblado ya obedecería a técnicas romanas: planta rectangular, paredes provistas de alguna ventana, tejado a dos aguas con armadura de madera y, siempre según la interpretación de Firme, cubierto con losas. (3)
 

 
El mural comienza por su izquierda con el pastor de ovejas debidamente ataviado -estampa que correspondería a mediados del siglo XX-, acompañado por el mastín y el perro de carea, con el rebaño a la puerta del corral y el chozo a través de cuyo techo escapa el humo.






El lobo, vigilado por la liebre y el águila, merodea furioso por la braña con los prados y la cabana tan bellamente distribuidos y ajardinados como en cualquier villa de La Toscana.

 



Y aquí debajo tenemos el mural completo que se puede ver
desplazando la imagen con la cremallera inferior.
 
  
 
Las siguientes imágenes pertenecen a otro de los murales, el más oculto o menos visible desde el Camino del Azor y también, según muchas opiniones, el más espectacular.
 
 
 
Los osos dudan entre zamparse las manzanas caruezas o los arándanos.

 
Los rebecos, el urogallo y el gato montés disfrutan en admirable compañía.
Es La Arcadia de Fermín.







Los murales deben ser observados con atención para que no se escapen detalles minúsculos o distantes como la víbora, el azor, la imagen de La Casona que en el mural aparece casi difuminada en la lejanía -foto superior- o el zorro junto a la charca, el roble y el pilón -imagen inferior-.

 

 

 

En los murales aparece algún poema, algún registro histórico, dibujos muy didácticos y también la reproducción de diplomas y medallas que mereció la ganadería lacianiega en otro tiempo y que podría volver a recibir. Ojalá Firme lo vea ya nos tamién.






 
(1) La galería de retratos expuesta en su estudio -Avenida de Laciana 19 de Villablino- evidencia la admirable técnica y talento del equipo que forman el propio Alfonso con Sonia y Carla.
(2) Entre la ristra de sugerencias a propósito de la etimología de Villablino hubo quien propuso la de Villa Plinius.
(3) Los montañeros distinguirán a lo lejos la silueta del Pico Catoute.