Muy agradecido a los seguidores de este blog, os informo de que termina esta experiencia a la par que acaba el año. La noche que viene es la de los grandes propósitos, ya sabéis, y uno de los míos consiste en ... digamos que administrar mejor la aceleración del tiempo. Ojalá se cumpla esta aspiración y también todas las vuestras. Gracias.

Julio.

Nochevieja de 2013.


jueves, 31 de marzo de 2011

Villablino: el Largo, el Cascarón, las Cabras y la Piedruca



Schubert: Cuarteto de cuerda nº 14 en Mi Menor
La Muerte y La Doncella.Icono de alerta
Andante con moto.
Takacs Quartet.


La piedruca de verano.

Ésta es su piedruca. La de verano. La colocó al pie de un roblón que daba muy buena sombra. Justo enfrente está la piedruca de invierno, la última que usó. Todavía se sentó aquí algún día del reciente enero.
Sus amigos, que siguen paseando por el camino de El Molinón, lo echan de menos y se conoce que alguno mantiene la piedruca de invierno en condiciones confortables, con esas ramas de escoba que amparan las próstatas.

La piedruca de invierno.

Murió en febrero. Había gastado noventa y un años. No sé si quedará algún minero de su quinta. A primeros de año todavía se empeñaba en caminar el kilómetro que hay hasta El Molinón. Tenía muy claro que cuando uno deja de andar, se acabó. Por aquellos días se mareaba mucho. Caía de vez en cuando pero se levantaba, porque era de hierro, sacudía el polvo negro del pantalón y volvía a andar. Y volvía marearse y volvía a caer. Aún siguió entrenando por los pasillos del hospital. Hasta que ya no pudo más.
Y se acabó.




Vivía al lado del barrio de Colominas.
Hace unos años, cuando aún creíamos que esto era Jauja, prometieron dinero público para adecentar los barrios mineros. Para el suyo, la subvención no llegó a tiempo. Tampoco habría servido de mucho, porque la polvareda negra del lavadero de carbón empuerca las fachadas y se cuela en las viviendas por cualquier rendija y no hay manera de tenerlas limpias como antes. A los vecinos les dijeron que el lavadero sería una industria modélica, con unas murallas vegetales que mantendrían a raya el polvo y el ruido y no sé cuántas cosas más.
¡Ya, ya!






El desaparecido valle de Las Galianas o Las L.lampazas, relleno ahora con millones
de toneladas de escombro y lodos sospechosos.

Hasta hace veinte años, entre el Pico Cuetonidio y el monte de Rioscuro, había un valle por donde corría el torrente de Las Galianas o de Las L.lampazas, que bajaba de nacer en la fuente de La Nieta atravesando una selva de abedules, capudres, mostachales, avellanos y manzanos caruezos. En los años 50, por allá arriba recogía el ayuntamiento parte de aquel agua tan buena para abastecer a la población de Villablino. La tubería salvaba el cauce del Sil por un puente colgante.
Todo eso lo conocí hace muchísimo tiempo, cuando él me llevaba al hombro.


El arruinado puente colgante que servía de acueducto.

Tarde o temprano la escombrera se vendrá abajo pero los grandísimos negocios entrañan riesgo y obligan a un cálculo de posibilidades. ¿Qué probabilidad hay de lluvias torrenciales impetuosas y persistentes con desbordamientos del Sil  en los próximos diez años? ¿Es poco previsible? Pues adelante con los faroles y el que venga detrás, que arree.


El valle de Las L.lampazas tenía unos prados muy buenos en la base. Poco más arriba del sendero que subía hacia el castro de La Muela y continuaba por La Devesa hasta Rioscuro, había un azud que llamaban El Pozo de Martiechu, desde donde se organizaban  los riegos en primavera.



El sendero que subía al robledal y al castro desapareció, lo mismo que el camino que venía desde Rabanal, pasaba por encima de La Fontaniel.la y llegaba a la captura de aguas. De todo aquello no queda ni rastro; ni valle, ni arroyo ni arboleda ni prados ni senderos ni agua limpia ni cristo que lo fundó. Ahora hay un puente nuevo, para camiones, y un cartel que prohibe el paso a los vecinos.

El Pozo de La Blanca.

Doscientos metros río arriba, el Pozo de La Blanca era un balneario glacial pero muy concurrido. Por la  margen sur todo eran prados. Tampoco queda ya ni rastro de aquello. Ahora hay otra escombrera y unas balsas enormes. Para hacer la escombrera, talaron un robledal sin encomendarse ni a dios ni a las ordenanzas. La escombrera deformó lo que los arqueólogos llaman geomorfología del yacimiento arqueológico. Al parecer, la Dirección de Patrimonio hizo como que ponía el grito en el cielo pero todo es una comedia ... La Confederación Hidrográfica reconoció que las balsas eran una salvajada, la calcó a la empresa una multa de cuatrocientos euros -¡qué barbaridad!- y... si te he visto, no me acuerdo. La Dirección de Patrimonio exigió la retirada de la escombrera y, a lo que parece, le contestaron que si quieres arroz, Catalina.




Había otro puente, el más importante, aguas abajo de El Molinón. Sigue en su sitio porque está bien construido y apoyado, pero da pena verlo.





También sigue en su sitio el acueducto que llevaba el riego a los prados de la ribera izquierda. Por arriba del canal estaba la mejor área de baños, con los pozos de Las Cabras, El Largo y el Cascarón.





El Pozo Largo.

La entrada al Cascarón.

Foto aérea SIGPAC:
En azul: los pozos de baño. Circunferencia roja: yacimiento arqueológico de La Muela.
En trazo rojo, camino hasta El Molinón y sendero -desaparecido- del Castro de La Muela.


En pocos años, estas riberas del Sil se trocaron en un paraje desaliñado, negro, polvoriento, ruidoso e insalubre.

Reviejo y caducado -él lo decía-, sentado en su piedruca, miraba alrededor y reflexionaba en voz alta. ¡Hay que joderse. Como tengamos que volver a sembrar patatas ... a ver dónde!




El Cascarón, El Largo y Las Cabras.

viernes, 11 de marzo de 2011

Monumentos Naturales de Babia: La Laguna Grande

 

A veces, alguna persona poco habituada a trotar por el monte me pide que le sugiera una excursión muy corta, muy cómoda, muy variada, muy interesante y muy guapa. Todo a la vez. Afortunadamente, en el noroeste leonés tenemos mucho de eso. Hoy toca Lago de Babia. Y ya vendrán más.
Hace mucho tiempo, cuando la pista asfaltada no llegaba hasta la Laguna Grande de Babia, mi amigo Javi Rubio y yo mismo subimos desde el pueblo hasta la orilla del agua y, turnándonos, llevamos en brazos a una chica discapacitada que entonces tenía catorce años. Para porteadores cuarentones -cuarentones entonces-, esto no es ninguna hazaña. De todas formas, hoy la carretera asfaltada llega hasta la laguna y, una vez allí, el camino que sigue por la ribera adelante -ver foto- es practicable con silla de ruedas.




Lo que confiere a este lugar la categoría de monumento natural es, ante todo, el aspecto geológico. 




En esta vista aérea se distingue, arriba, el cauce del Sil que viene de nacer en los puertos del Cuetalbo, por arriba de La Cueta y al pie de Peña Orniz. El río discurre por La Cueta, Queixu y Cacabillo (Cacabietsu) (1) y, a partir de La Vega de los Viejos (2) se va alejando de  Piedrafita de Babia  (3) para colarse en Laciana a través del cañón de Las Palomas.
A la Laguna Grande (6) se accede por la carretera local de Lago de Babia (4) que arranca de la comarcal C-626 entre Piedrafita y Cabrillanes.

Las dobleces del terreno son por aquí muy evidentes y llamativas, como ocurre en toda la comarca de Babia y Luna cuyas peñas desnudas apasionan a los expertos. La mecánica geológica -los movimientos y plegamientos de la antigüedad remota, la reciente actividad glaciar y la acción erosiva permanente- dio lugar a unos perfiles muy interesantes. Todo el entorno de la cercana Peña Orniz (2.191 metros) fue uno de los viveros de hielo más notables que hubo en la cordillera durante la última glaciación. Testimonio de ello son los circos espectaculares (El Valle del lago o el de Saliencia en la vertiente de Somiedo y Congosto, Las Verdes o La Fonfría en la babiana). El pequeño valle de Lago de Babia tiene por cabecera el cuenco de La Laguna Grande (6), originado entonces.

El costado sudoeste de la Laguna Grande es parte de un largo murallón constituido por estratos verticales que afloran cerca del puerto de Somiedo y vienen hacia la babiana Veiga Chache. A la altura del bello puente de Santibáñez, el Sil abrió una brecha en la barrera, muy evidente en la fotografía (1). En adelante, el paredón calizo flanquea en línea recta la laguna (5) y deja de ser visible al llegar al Penechón de Piedrafita. A este tramo, de casi cuatro kilómetros de longitud, le llaman la Peña Larga. Sobre la Laguna Grande, alcanza una altitud de 1.735 m.

 

La Peña Larga.

Entre el valle de La Laguna Grande y los pinares de Piedrafita de Babia, el murallón de la Peña Larga  parece que baja a zambullirse bajo la Veiga Chache.
Empecemos ahora la excursión por el principio. 


Camino de Lago de Babia hay un primer caserío llamado Las Murias, de muy antigua e interesante leyenda. Su iglesia tiene un emplazamiento tan bello como la propia estructura del edificio, pero el visitante armado de cámara de fotos se enfrenta aquí al problema de siempre, evitar que los postes y los cables estropeen el resultado. Las distribuidoras de electricidad y telefonía se han visto bendecidos por la mano de Dios al poder utilizar todos los altozanos y campanarios del mundo rural para anclar sus postes y soportes.
 


Hace seis años robé esta imagen en Las Murias y hoy la publico en homenaje
-in memoriam, supongo- a tan hermosos gallos.

 
Lago de Babia es un pueblo muy pequeño pero abundante en edificaciones 
dignas de ser admiradas.
 

Esta casona hidalga exhibe una muy bien labrada piedra de armas.


Armas de la casa de los Diazes i Lorenzana que tocan a la
casa de los Cuenllas por parte paterna año de 1690.


La iglesia de Lago y, al fondo, el tramo más descollante de la Peña Larga.

 
 
La campana de la iglesia oculta al objetivo de la cámara los riscos de la Peña Larga.
En el corral de enfrente se ve, muy bien conservado, un curioso hórreo.




El tipo de hórreo con tejado a dos aguas es casi insólito en el noroeste leonés, o eso creo, aunque habitual en la montaña oriental de la provincia.


En el flanco norte de la laguna, el puerto o la majada del Puñín 
tiene una vista muy llamativa desde lo alto de la Peña Larga.

 

Aunque los tiempos han cambiado mucho, aún hoy el ganado se enseñorea de estos lugares desde el inicio de la primavera hasta el nuevo invierno. La foto superior da idea de qué número calzan los imponentes, formales y cariñosos mastines babianos.

 


Imágenes de la Laguna Grande con el pico del Cornón (2.188 metros) a lo lejos.


 
 
La peña caliza del fondo, con tan retorcidos plegamientos, es el Pico de La Orbia (1.823 m.) a cuyos pies, a la orilla del Sil, se ven algunas edificaciones de la aldea de Cacabillo.
Una celebrada copla babiana reza así:

You nun me queixu de Queixu,
quéixume de Cacabiechu;
que toda la nueite anduve
lu mismu que un argadiechu.

Para los desconocedores del leonés clásico:

Yo no me quejo de Quejo,
me quejo de Cacabillo;
que toda la noche anduve
lo mismo que un argadillo.

 

El argadillo es el artilugio de la imagen inferior (foto que tomé en un museo particular del pueblo omañés de Camposalinas, Soto y Amío). Está fabricado con palos de madera cruzados y montados en un eje horizontal que, apoyado sobre un pie fijo, gira movido por una manivela y permite devanar cómodamente las madejas de hilado. 
Las razones por las que el sufrido personaje se quejó tanto de Cacabillo, donde pasó toda una noche dando vueltas, pueden ser infinitas: amores acaso, peligro de un alud de nieve desde la pared de La Orbia, serenata lobuna, colchón sin varear desde hace años, estruendo del río, desarreglos intestinales, etc... Lo de los problemas gástricos es más improbable habida cuenta de por aquí se come muy bien y muy sano. Cacabillo tiene a gala haber producido las mejores lentejas del mundo, mucho más buenas que las de La Armuña. ¡A dónde vamos a parar!


 
En verano -abajo-, el nivel del agua desciende, la vegetación que puebla la laguna se vuelve de color cobre, las orillas no aparecen tan floridas como en mayo o junio y los colores vivos de la primavera se desvanecen. Pero la vida bulle en el fondo. Hay aquí una rica colonia de anfibios -tritón palmeado, varias especies de ranas-, una legión de peces diminutos y gran diversidad de insectos -escarabajos de agua, libélulas...-, todo ello afectado por la introducción reciente e indebida de la carpa royal.

 



Panorama desde lo alto de la Peña Larga. En primer plano, uno de los innumerables tramos de trincheras cavadas durante los primeros meses de la guerra de 1936, cuando el dominio de los puertos astur leoneses, desde Somiedo hasta Peña Ubiña, fue inestable y muy disputado.
     

Panorámica de la Babia Alta. En medio, la proa de la Peña Larga. A la izquierda, Las Murias. A la derecha, Quintanilla de Babia. En medio, la Veiga Chache y sus satélites: Los Entragos, La Chamaza, Sulcastro, Las Campas y demás praderío en torno al recién nacido río Luna.