Muy agradecido a los seguidores de este blog, os informo de que termina esta experiencia a la par que acaba el año. La noche que viene es la de los grandes propósitos, ya sabéis, y uno de los míos consiste en ... digamos que administrar mejor la aceleración del tiempo. Ojalá se cumpla esta aspiración y también todas las vuestras. Gracias.

Julio.

Nochevieja de 2013.


miércoles, 7 de diciembre de 2011

Robles de Laciana: experiencias en el camino al Muxivén.

              


      Robles de Laciana sobre los deslizamientos de tierra y los derrubios subsiguientes a la última edad glacial. Más abajo, el río Sil prosigue con su labor de zapa. 
Por encima del pueblo, todas o alguna de las enormes barrancas parece que fueron ahondadas por labores de minería aurífera entre los siglos I y II. 
Más allá queda escondida la braña que llama a los caminantes con su canción (*) 
y a lo lejos las cumbres que son todavía dominio del frío.

(*) Arriba, galán, arriba,
que más arriba estoy yo
y más arriba la nieve
que por los altos cayó.



The lark ascending
Vaughan Williams
BBC Symphony Orchestra, Sir Andrew Davis.


El camino a la braña de Robles arranca en La Torrentera, una pendiente muy corta pero ardua y resbaladiza, como la misma vida. Hasta no hace mucho, el suelo de polvo o barrillo aconsejaba a los caminantes pisar sobre las bandas de hierba del eje y las orillas. A lo mejor, la expresión agárrate al tapín viene de ahí. Ahora La Torrentera está pavimentada con cemento y el tránsito es más cómodo aunque, en época de heladas, los crampones no sobran.


La Torrentera se va endureciendo y al final, después de la rampa más impía, hay una señal que causa desazón entre los turistas de lo rural. A mí me parece uno de los dos mejores ideogramas que adornan los caminos de estas comarcas. El otro está en la calle principal de Torrestío.
Los logogramas que utiliza la Dirección General de Carreteras suelen ilustrar sobre conceptos concretos de forma muy precisa. Pero Robles de Laciana es un pueblo de artistas (Eduardo Arroyo, Jonás Pérez, Fra alias Fran, Lolo el de Jamo et alii) y la inteligencia abstracta y la capacidad expresiva de esta comunidad es insólita. Por eso a nadie debe extrañar que la señal en cuestión -la del pico de La Torrentera, digo- exija cierto esfuerzo interpretativo. A primer golpe de vista cabría pensar que limita la velocidad máxima de los tractores, sin embargo el sentido de la advertencia es muy al contrario; va dirigido a los caminantes: 

¡Ojo! ¡Vacas sueltas!
Vaya usted con tiento si no es capaz 
de correr a más de 40 km por hora. (1)     


Robles y Rioscuro.

La otoñada en Robles.

Iglesia de Robles. Bien de Interés Cultural.

La cuesta de La Torrentera arranca junto al Fontín.


El Fontín mana justo al pie de una fachada donde lucen dos fragmentos de unas piedras armeras. Creo que fueron trasladadas desde su situación original, fragmentadas y dispuestas de tal modo -lo que ahora llaman descontextualización- que exige mayor esfuerzo descifrar su leyenda. Es lo que tiene el arte moderno, ya digo. 


Abreviaremos un poco el relato porque este blog nunca pretendió decribir minuciosamente rutas para senderistas. El caso es que, para subir a la braña de Robles y al pico Muxivén hay que salir por la cuesta de La Torrentera. Después viene la Fuente Cimera y El Campo del Feisuelu y muchas cuestas más. Y luego La Martiniega y el Calecho de Los Lobos y la cantera del Campo Argaxiao y las barrancas que pudieron ser fruto de explotaciones auríferas romanas y más cuestas. Y La Cueña, que es otra cuesta, con su fuente y su pilo. Y luego viene un alto donde parece que se acaban las cuestas, pero no se acaban. ¡Qué va! Poco más allá, el camino antiguo aboca a una gran pista minera que pasa junto a El Llao o El Lago.


El Llao o El Lago. Optimismo que no falte.
(Esta fotografía es la única del reportaje que no fue tomada durante 
el otoño de 2011 por razones obvias. Y es que, a mediados de junio, 
este charco queda seco.

Y, pasado El Llao, la pista continúa con una larga cuesta por La Cerra y en las proximidades de la Güeriza hace un zigzag para aplanarse en el paraje que llaman la Pena el Ferreiro, a unos 1.600 metros de altitud, lindando con el Monte de Las Chabiadas. Y...¡atención aquí! 


Acometida frustrada del Imperio contra los montes de Robles.

Año 1995 después de Jesucristo.
Todo en valle leonés de Laciana está dominado por El Imperio. 
¿Todo?
¡No!
Una aldea, poblada por los irreductibles fuchiqueirus, resiste todavía y siempre al invasor...
Pepeméndix, iudex maximus, reúne la inteligencia y astucia de Astérix y el esbelto corpachón de Obélix. Cuando El Imperio trata de invadir a la brava el monte de Las Chabiadas para arrasarlo, Pepeméndix se infiltra en la Administración y, desde dentro, de sutruchu, lidera la resistencia de su pueblo hasta la victoria total.


Excepto Robles y los pueblos de la umbría, el Valle de Laciana pertenece, de momento, al Imperio. Cuando El Imperio agota cualquiera de los sectores del yacimiento carbonero susceptibles de explotación a cielo abierto, declara el paisaje devastado como aula geológica y ¡santas pascuas! El aula geológica del monte de Robles es, afortunadamente, testimonio de la primera derrota sufrida por El Imperio.



Vista del hondo del valle -Llamas y los Rabanales-
desde la proximidad de la Chana Redonda.

Poco más arriba del aula geológica, la pista imperial alcanza La Chana Redonda, un gran teso (1.724 m) muy propicio a los incendios, desde el que la vista domina gran parte del Valle de Laciana.


Parapeto utilizado en la guerra contra nosotros mismos de 1936.
Se encuentra pocos metros más allá de una torre para vigilancia forestal.

La Chana Redonda es una atalaya que facilita el control de algunas rutas de montaña secularmente usadas por los osos, los ganaderos y pastores y también, en algún tiempo, por diverso género de furtivos necesitados de escapar desde Laciana hacia las Asturias de Asturias o viceversa. Desde el inicio de aquella guerra y hasta largo tiempo después, estos andurriales tuvieron interés estratégico y táctico. Algunos vestigios de entonces explican que La Chana Redonda es hoy conocida como el Alto de Los Parapetos.   



Siguiendo la fastuosa pista minera y rebasados Los Parapetos, un tramo descendente lleva al Collado de Altar (1.628 m) que está muy próximo a la braña. Para que nadie se haga un lío, véase el siguiente mapa:


La ruta indicada en color naranja es el tramo de camino a la braña de Robles entre la cuesta de La Torrentera y el cruce con la pista minera.
De aquí en adelante, el auténtico camino de la braña está marcado con color verde.
La traza de color azul es la pista hecha por el Imperio en su momento para evacuar el carbón de la frustrada explotación a cielo abierto. Más tarde sirvió para transportar el combustible extraído de una mina practicada en el monte de Sosas y cerrada al poco tiempo por falta de rentabilidad. Las minas con mineros de verdad parece que ya no son un negocio suculento. 
El lugar donde termina el tramo azul es el Collado de Altar (cota 1.628 m). Aquí mismo, en la alambrada, hay una puerta -ojo: abrir, pasar y cerrar- y, desde ella, una senda que, entre los piornos, lleva a la braña.   


La braña de Robles y, más allá, el camino de subida al Fontanón.






El jinete Balboa avasallado por su cariñosa yegua. 


Muy cerca de la braña de Robles está la cima del Muxivén (2.032 m), una de las más espectaculares del valle de Laciana, señalada en la foto por la punta del cartel indicador.


Camino al Muxivén desde la braña de Robles: vista otoñal 
de diversos parajes en las brañas de Sosas de Laciana. 


Último tramo hacia la coronación del Muxivén.



En el hondo, las cabeceras del valle de Lumajo (Laciana).


Panorámica desde la cuerda del Muxivén.


La huella del glaciar sobre el valle de Lumajo.


La cumbre: 2.027 metros.


Lumajo.




Cabecera del valle de Sosas de Laciana con el Cornón (2.188 m).


La braña de Robles desde el Muxivén.


Las peñas de Somiedo y Babia. A la izquierda, Peña Orniz. A la derecha asoma Ubiña.


Foto superior: vista desde el Muxivén hacia el sureste.

Caserío y Santuario de Carrasconte sobre el flanco sur del Sil. A la izquierda de la imagen se aprecia la via pecuaria que pasa de Babia hacia Omaña por el Collao de Villabandín. Alrededor de Carrasconte se ven diversas explotaciones a cielo abierto que, según algún inefable político, favorecen a las poblaciones humana y osera y mejoran la acción de la propia naturaleza.

Fotos inferiores: vista desde el Muxivén hacia el oeste.
Las expotaciones carboneras a cielo abierto se suceden entre todos los valles: Feixolín, Fonfría, Leitariegos, Cerredo. La toma está hecha a contraluz y con canícula pero, para lo que hay que ver ...  (2)




El Cornón y, a su derecha, los riscos de L´Aspia y Lus Pochus 
y el cauce del río Glacheiru que corre hacia las brañas de Sosas.

***

Año 2011 después de Jesucristo.
La aldea de Robles de Laciana, única que ha querido y, por tanto, ha sido capaz de resistir al invasor, es proclamada por votación popular El Pueblo más Guapo de la Provincia de León. 

En los montes de Robles de Laciana no hay ninguna explotación carbonera 
a cielo abierto gracias al empeño de sus vecinos.




Casa Rural El Carbachín (Robles).


Centro de Turismo Rural La Bolera (Robles).


Alojamientos rurales Casa Baz (Robles).


Casa rural Fuente Sil (Robles).













La fuente de Carubio, manando a través de un sarcófago medieval, asegura larga vida.






Para ver otro reportaje sobre el pueblo de Robles de Laciana,
con algunos apuntes históricos,  pinchar aquí




Notas:

(1) Durante el verano de 1944, el año de la pertinaz sequía, ocurrieron en estos montes de Robles sucesos funestos relacionados con el ganado vacuno. Consulten entre el vecindario acerca del asunto o, en último caso, lean el primer capítulo de Laciana, un otoño (Edilesa, 2002) y disculpen la autocita.

(2) Abundan por el mundo formaciones naturales -acantilados, desfiladeros, cavernas- y también obras humanas -plazas, templos, teatros y hasta explotaciones mineras- entre cuyos atractivos turísticos se cuenta la posibilidad de que el visitante experimente extraños efectos de percepción, normalmente con el oído o la vista. Se dice, por ejemplo, que en la mezquita de Córdoba, sitúese el visitante donde quiera, el magnífico bosque de 1.300 columnas no le impide ver la puerta de acceso al mihrab. Claro que siempre hay un gracioso capaz de demostrar lo contrario, para lo cual basta con abrazarse a cualquier pilar y liarse a cabezadas contra el mármol jaspeado. 
En Villablino (León), una política inefable descubrió que aunque la explotación carbonera a cielo abierto se ha generalizado en el término, desde alguna cafetería de la capital municipal, póngase el cliente donde se ponga, no podrá ver la menor evidencia de la devastación. 
Curioso fenómeno éste de la ceguera-cafetera que acaso acabemos proponiendo como atractivo turístico. Si en la mezquita de Córdoba hay que amorrarse a una columna para no ver lo más bello, en Villablino hay que meterse en una cafetería y amorrarse a la barra para no ver lo más siniestro.

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