Para Vero y Rubén.
La cocina en Corros
es de arranque lento
cuando el tiro es corto
y no sopla el viento.
es de arranque lento
cuando el tiro es corto
y no sopla el viento.
Ashokan Farewell
Jay Ungar con la Molly Mason Family Band
La mayoría de los reportajes de este blog se ocupan del noroeste de la provincia de León y de unas comunidades cuyos miembros se conocían antes como babianos, lacianiegos, omañeses o palaciegos. Que
se conocían o se reconocían, quiero
decir. Ahora ya menos.
John Berger, en Puerca Tierra, dice que, hasta hace poco, los únicos materiales de que disponían los habitantes de un lugar para definirse eran sus propias palabras habladas. El retrato que el pueblo hacía de sí mismo, aparte de los logros físicos debidos al trabajo de cada cual, era lo único que reflejaba el sentido de su vida. Sin ese retrato, el pueblo se habría visto obligado a dudar de la propia existencia.
Cueto de Arbas desde el valle de Los Caleiros.
En el segundo capítulo del mismo libro, dice Berger que todos los pueblos tienen historias que contar y que la sutil observación del inventario de los sucesos y encuentros cotidianos, combinada con el conocimiento mutuo e inmemorial, constituye el llamado cotilleo. Esta expresión me resultó chocante. Pensando que acaso la traductora al español no había estado fina, busqué una edición en inglés y me encontré con la palabra gossip así, destacada en cursiva y que equivale, en efecto, a chismorreo o cotilleo.
Nosotros tenemos dos voces más precisas, filandón y calecho. El Diccionario de la Lengua Española define filandón como término leonés que alude a reunión nocturna de mujeres para hilar y charlar. En Laciana el filandón, en el que también participaban los varones y los niños, se asocia a la proximidad del fuego o de la cocina de leña mientras que la voz calecho, que el diccionario no recoge, se refiere más bien a la tertulia al aire libre -¿en el callejo?- a horas más tempranas o en anocheceres calurosos.
En los últimos años, Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio visitan los Institutos Cervantes del mundo entero para contar viejas historias leonesas en celebrados filandones.
Nosotros tenemos dos voces más precisas, filandón y calecho. El Diccionario de la Lengua Española define filandón como término leonés que alude a reunión nocturna de mujeres para hilar y charlar. En Laciana el filandón, en el que también participaban los varones y los niños, se asocia a la proximidad del fuego o de la cocina de leña mientras que la voz calecho, que el diccionario no recoge, se refiere más bien a la tertulia al aire libre -¿en el callejo?- a horas más tempranas o en anocheceres calurosos.
En los últimos años, Luis Mateo Díez, José María Merino y Juan Pedro Aparicio visitan los Institutos Cervantes del mundo entero para contar viejas historias leonesas en celebrados filandones.
Aquí, entre nosotros, el asunto de los filandones ya casi pasó de ser un hábito social a ser un milagro, pero alguno todavía se celebra. Hoy quiero resumir uno que tuvo lugar no hace mucho en la aldea de Corros (Leitariegos), donde se trató sobre meteorología, túmulos funerarios, bueyes, capaduras y fornos de cal entre otras disciplinas. Ahí va.
Llega la primavera: primeros avisos de Perséfone en la Veiga el Palo.
En el extremo más occidental del valle de Laciana, La Veiga el Palo se alarga durante unos cinco kilómetros a partir de un tremedal próximo al Collao Alto que linda con Asturias. Hasta la
Cuandu vién el cuquiel.lu,
Cuando vién l´andulina,
la nieve pula dedina.
Cuandu bien el vaqueiru,
la nieve pul abarqueiru.
Ya si el cuquiel.lu nun vién
entre marzu u abril,
o el cuquiel.lu ta muertu
o al rei fue a servir.
El
cuco -cuquiel.lu- torna a primeros de abril, cuando las nevadas aún suelen alcanzar hasta el tobillo o tudiel.lu. La golondrina -andulina- lo hace a
finales, cuando, si cae, apenas cubre la deda, que es como llamamos al dedo gordo del pie. Y el vaqueiru viene en mayo con su ganado, cuando ya no cae nieve ni para alcanzar la suela de la abarca. Normalmente ocurre así aunque por aquí hemos conocido nevadas bien gordas en el mes de junio. En cualquier caso está claro que el cuco debe llegar con la primavera y si no viene entre marzo y abril, una de dos, o está muerto o fue a servir al rey. (Desde que cambiamos el Protectorado de Marruecos por las reservas de Botswana, esto último ya no se lleva).
(Leitariegos, Asturias, cerca de la lacianiega Veiga el Palo).
En la Veiga el Palo y en sus cercanías se ven algunos vestigios que recuerdan a los túmulos funenarios. En la antigüedad remota, los grupos familiares que trashumaban al son de las estaciones subían con su ganado a pastizales tan elevados como estos, allí permanecían durante los cinco o seis meses buenos y allí enterraban a sus muertos bajo túmulos hechos con piedras y tapines. Se cree que estas tumbas podían servir también como mojones para delimitar el territorio acotado por cada grupo social. Con el correr de los siglos, estos enterramientos fueron violentados o desfigurados y hoy, a veces, descubrimos vestigios que no parecen lo que son … ¿o no son lo que parecen?
Fantasmas del neolítico se aparecen en un túmulo-caleiro.
Cuando vuelve el cuco a la Veiga el Palo, el agua corre por todas partes. Un arroyo llega por el Gargantal del Boucín o por el Boucín del Gargantal, que el orden de las palabras no está claro. Este reguero baja desde el collado de Las Llamas del Boucín, una turbera espectacular más allá de la cual se hunde el desfiladero tenebroso de Valdecuélabre.
Boucín podría ser un diminutivo derivado
de bovis bovem. Hay muchos lugares con nombre
parecido -bueicina, bueiriza, bucechalín-,
siempre asociado a zonas de pasto reservadas a bueyes. ¿Qué le ocurrió
al boucín en el gargantal? ¿Lo atacó
el cuélabre con aliento de azufre,
alas de murciélago, escamas de pez y cola de cocodrilo o quizá se lo llevaron los diablos que rondan la
Fuente de Las Brujas?
De eso ya trataremos otro día, que hoy toca hablar de hornos de cal.
De eso ya trataremos otro día, que hoy toca hablar de hornos de cal.
Subiendo desde La Veiga el Palo y por las Llamas del Boucín hasta el alto de Valdecuélabre, torciendo allí hacia el oeste y siguiendo monte arriba, se entra en un vallejo donde aparecen, a la orilla del sendero, unos vestigios que recuerdan estructuras
funerarias. Parecen túmulos y cualquier forastero puede tomarlos por tal salvo si sabe que este paraje se llama Val.lina de los Caleiros y que estos fornos de cal aún fueron utilizados en el siglo XX.
Caleiros hay unos
cuantos por aiquí -explica don Pepe Santor-. El de Custapiedra vilo you entovía funcionando. Los outros,
los de la parte de Valdecuélabre, ya taban abandonaus. Ahí fabricábase cal pa revocar
paredes ya pa blanquear cuartos ou escuelas o ilesias ya tamién pa desinfectar
cuadras ya pa queimar bichos que morrieran envenenáus por esternina o de la peste.
Pa faere la cal hay que cal.lentare la piedra caliza durante diez ou doce días deseguidos, con l.lume ya con calore fuertísimo. Primeiro cávase una oul.la no terreno ya fórrase de piedra, como si fuera un fornu. Por enriba de la ol.la colócanse piedras faiendo bóveda pero pónense de manera que´l l.lume pueda pasare entre el.las. Por cima la bóveda amontónanse las piedras de la caliza despedazadas cona maza en cachos medianos. Ya por cima de todo, l´outeiro tápase muito bien con tapines ya con cal muerta pa que non l.ly pueda entrar augua si l.ly diera por chover. Entós, abaxu, no forno, pónense los feixes de l.leña, los tuérganus de urce ya de piorno, ya préndese el l.lume ya mantiénse bien atendido mientres se va faiendu la cal.
A veces, si
sobraba cal, el sobrante vendíamoslo. Alcuérdume d´un paisano que vino a
buscala aiquí conos bueis. Subíu hasta el mismísimo caleiru, qu´entoncias podía
subise hasta ail.lí cono carro. Ya resultóu que, cuando baxaba pol camín,
púsose a chovere ya la cal encendíuse. Cuando la cal queima, vense unas l.luces
muito pequenas ya azulinas. (*) El paisanu nun se diou cuenta de lo que taba
pasando ya un buei quemose po´l l.lau que daba contra el carro ya tardó muy
bien de tiempo en curar.
Antanu pasaban
mui bien de carros con bueis pola Veiga el Palo. Pola feriona de Vil.lablino,
pasaban desde Xedrez ya Hermo verdadeiros convois de ganaos ya carros cargaos
con cestos de patacas ya con apeiros.
Pa tirar del carro, los bueis tienen que tar domesticáus. Alcuérdome que, de pequeno, nacionos en casa un par de xatus mel.lizus. A uno diól.ly por volvese al mío padre ya tuvimos que l.lamar al capador de Caguaches d´Arriba pa que lo capara. El paisanu vienu pa alcontrase con nos nas brañas deLa
Fleitina. Pa la capadura traía un toral, que ía una cuerda
que átase por cima los testícolos del toro. Por riba de la cuerda colócase un palu
ya entoncias, encima el palu, danse unos cuantos golpes cona maceta ya
machácanse las tuberías por onde sal la lechada de los güevos. ¡Hai ho! ¡Pones
una cara que paez que te diou dentera! Al bicho nun le duel, ho. Esa parte por
cima los testícolos nun ía dolorosa. Dispués de la capadura, échase un poucu
vinagre pa desinfetare ya asuntu resuelto: el toro bravo convirtíuse nun buey
manso.
Pa tirar del carro, los bueis tienen que tar domesticáus. Alcuérdome que, de pequeno, nacionos en casa un par de xatus mel.lizus. A uno diól.ly por volvese al mío padre ya tuvimos que l.lamar al capador de Caguaches d´Arriba pa que lo capara. El paisanu vienu pa alcontrase con nos nas brañas de
El buei ía el
mechor ayudante de la casa. Mechor que´l cabachu entovía. Los romanos metían na
cárcel a quien matara un buei porque la vida d´un buei yera tan importante como
la de un paisano. ¿Sabíades esu, ho?
Las Llamas del Boucín
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Unas notas:
Tengo
dos amigos, arqueólogos ellos, en cuya compañía recorro últimamente estos montes
de Laciana para, después de tantos años, descubrirlos nuevamente. Ellos me
hablaron de ciertos hallazgos engañosos, ocurridos muy lejos de aquí, que fueron
bautizados como tumbas-calero. Se trata de cámaras sepulcrales edificadas sobre
un pavimento de cal apagada y coronadas por una falsa cúpula cubierta con el
mismo material. Estos panteones colectivos tienen toda la pinta de haber sido
clausurados mediante un fuego poderoso encendido y mantenido durante muchos días en su interior. Además, me pusieron sobre la pista de lo ocurrido en una loma al norte del caserío de Aguirrezabalaga
(Guipúzcoa), donde fue investigado en 1988 un montículo con doce metros de diámetro por metro y medio
de altura. Se interpretó como un túmulo prehistórico y como tal fue visitado hasta
que, en 2003, un hundimiento favoreció el estudio interior resultando que
el conjunto había sido un horno para fabricar cal. De todas formas, aquel vestigio es
patrimonio arqueológico y, como tal, hoy se mantiene protegido con estacas y
alambre.
Los caleiros del monte de Valdecuélabre se encuentran en términos de la Reserva Natural del Cueto de Arbas, en el término municipal de Cangas del Narcea. Toda el área está protegida por su altísimo valor paisajístico y biológico y determinadas zonas tienen el acceso limitado a personas con la debida autorización. Es conveniente saberlo.
Los caleiros del monte de Valdecuélabre se encuentran en términos de la Reserva Natural del Cueto de Arbas, en el término municipal de Cangas del Narcea. Toda el área está protegida por su altísimo valor paisajístico y biológico y determinadas zonas tienen el acceso limitado a personas con la debida autorización. Es conveniente saberlo.
26 de diciembre de 2011.
Filandón en la casa de Pepe para tratar sobre meteorología,
túmulos, capaduras, bueyes, fornos de cal y otras materias.
túmulos, capaduras, bueyes, fornos de cal y otras materias.
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(*) CaO + H2O = Ca(OH)2 La cal viva reacciona con el agua produciendo hidróxido de calcio, también llamado cal apagada o muerta o cal de albañil. Esta reacción provoca un gran desprendimiento de calor que causa quemaduras en la piel con la que está en contacto. Producida la ampolla y la llaga, si la cal viva sigue en contacto con ella, el daño se agrava.
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