La Cueta de Babia, a 1.450 m de cota, es el más excelso de los pueblos leoneses.
Muy por arriba de La Cueta, más allá de los célebres puertos pirenaicos de
Covalancha, Los Calderones y el Cuetalbo, nace el Sil.
Smetana: El Moldava.
La administración aún utiliza la expresión puertos pirenaicos refiriéndose a aquellos pastos que tradicionalmente se subastan para su aprovechamiento por rebaños trashumantes. Entre los bienes comunales de los pueblos hay extensiones de monte consideradas pastos sobrantes y que también se alquilan a ganaderos foráneos. Los primeros, los puertos pirenaicos, que suelen estar a gran altura -aros de vecera arriba, decimos en Laciana- tienen mayor extensión, fama y demanda que los pastos sobrantes.
En la montaña leonesa, Manuel Rodríguez Pascual (CSIC-ULE) relaciona 165 puertos pirenaicos cuya explotación sigue saliendo hoy a subasta. Unos cuántos se encuentran alrededor de La Cueta de Babia y le pertenecen. Pero, curiosamente, los derechos sobre las camperas más próximas al nacimiento del Sil los tiene Torre de Babia. Esto podría parecer un desafuero, ya que la divisoria de aguas vertientes hacia uno u otro valle -La Cueta o Torre en este caso- es la que suele determinar la propiedad del terreno. Pero no siempre es así.
La leyenda -parece que bien fundada- dice que, siglos atrás, un personaje poderoso, párroco de Torre y rico ganadero, formó parte del grupo de homes buenos que hubieron de intervenir en el litigio sobre la propiedad de estas camperas y establecerla de una vez y para siempre. Se cuenta que el cura fue recorriendo el perímetro y ordenó amojonarlo después de proclamar: Juro y voto que estoy pisando tierra de Torre. Más tarde se supo que, antes de salir de casa, había puesto en el interior de sus dos botas sendos puñaditos de tierra del huerto.
La Cueta.
La Cueta vista desde Ladreras.
Tramo de camino reforzado con muros de piedra sobre el río,
a la altura de la majada de Bustusil
Las balizas que orientan hacia los Puertos de La Cueta y al origen del río áureo llevan como leyenda Las Fuentes del Sil. El plural es acertado porque la nación del Sil no está en un solo manantial. (1) En invierno y primavera el Sil nace de la nieve, o sea, por todas partes. (2) En junio nace por encima de la majada el Cuetalbo, muy cerca de Peña Orniz, a unos 2.060 metros de altitud. Hay varios veneros allí, junto a la collada que decide las aguas vertientes al Atlántico por la Babia Alta, Laciana y El Bierzo y las que van al mismo océano dando un rodeo por la Babia Baja, el País de Luna, El Páramo y La Meseta.
Y en agosto, que es cuando andan más turistas por aquí, el Sil nace donde le da la gana. O sea, que nace, desnace, renace y vacila entre estos pastizales en todos los sentidos, vacile incluído. Esto último no lo hace de mala fé. El terreno calizo -relieve kárstico, para los geomorfólogos- es lo que tiene: más laberintos que la vida misma.
(*) En mi pueblo, y creo que en toda la comarca, una de las acepciones que tiene la palabra nación -ahora en desuso- es la de vestibulum vaginae en las hembras mamíferas. Se utilizaba, sobre todo, en referencia a las vacas, pero supongo que es aplicable a los ríos.
(**) Entre la obra literaria de Roberto González-Quevedo, El Sil que baxaba de la nieve es una de mis preferidas. Se trata de un haz de relatos con los que el autor rescata los recuerdos y el aprendizaje de su infancia y juventud siempre con la referencia del Sil, el río que bajaba de la nieve vivificando unos valles -Babia Alta, Laciana, Palacios- que hoy parecen andar tanto más despistados cuanto más ajenos al significado de aquellas aguas.
Para urbanitas: la nación de la vaca.
La aproximación a Las Fuentes del Sil empieza en la Vega de los Viejos. Allí arranca la carretera que remonta el valle de La Cueta empezando por la margen izquierda del río (3) y cambiando de orilla al cabo de kilómetro y medio, en el lugar de Santibáñez. El puente que hay aquí es obra peculiar que no violenta ni el curso del agua ni el del tráfico de viajeros. Para ello, el ingeniero o arquitecto retorció el arco -solo una pizca- como se retuerce una bayeta. Ahí está la ciencia y gracia de la obra. (4)
(3) Recordar que las orillas del río se definen mirando en el sentido de la corriente. Por no tener en cuenta esta norma elemental, algunos excursionistas se equivocan al leer las instrucciones y terminan descubriendo lo que no esperaban. (Que también tiene su gracia).
(4) Si no me expliqué bien, eche el explorador pie a tierra, baje al cauce y observe.
Vestigos de la iglesia de Santibáñez.
Junto al puente de Santibáñez aun se identifican -cada año menos- los vestigios de un cenobio muy antiguo, de dueñas cistercienses, parece que trasladado a Avilés después de la Reforma de la Iglesia Católica en el siglo XVI.
La comunidad terminó en Asturias y las piedras de su casa babiana, sobre todo las sillares, terminaron por todas partes.
De Santibáñez hacia arriba, la carretera sube por la orilla derecha disputándole al río el poco espacio disponible. Enseguida alcanza el caserío de Cacabillo -en fino- o Cacabiechu -en clásico- o Cacabiel.lu en académico. La iglesia de Las Nieves de Cacabiechu fue reparada en 1931 a costa de vender las piedras labradas y las vigas del monasterio de Santibáñez.
El puente de Cacabillo.
A propósito de Cacabiecho y de Queixu, que está río arriba, me gusta, por lo sugerente, una copla antigua, ya mentada anteriormente en este blog, que reza:
Yo nun me queixu de Queixu,
quéixume de Cacabiechu,
que toda la nueite anduve
lo mismo que un argadiechu. (5)
(5) Yo no me quejo de Quejo, me quejo de Cacabillo, que anduve toda la noche lo mismo que un argadillo.
¡Vaya por Dios! Con lo bien que se duerme en la Posada Real El Rincón de Babia (Quejo) o en el Hostal-Restaurante Picos Blancos de La Cueta.
El argadillo es un artilugio que sirve para devanar madejas de lana. No cesa de dar vueltas mientras alguien accione la manivela. ¿Quién le daba a la manivela del desgraciado que no fue capaz de pegar ojo en Cacabillo? ¿Desazón? ¿Problema de amores? ¿De conciencia? ¿Resaca? ¿Amenaza de aludes desde el peñón de La Orbia? ¿Una colitis acaso? ¡Ah!
¡Vaya por Dios! Con lo bien que se duerme en la Posada Real El Rincón de Babia (Quejo) o en el Hostal-Restaurante Picos Blancos de La Cueta.
El argadillo es un artilugio que sirve para devanar madejas de lana. No cesa de dar vueltas mientras alguien accione la manivela. ¿Quién le daba a la manivela del desgraciado que no fue capaz de pegar ojo en Cacabillo? ¿Desazón? ¿Problema de amores? ¿De conciencia? ¿Resaca? ¿Amenaza de aludes desde el peñón de La Orbia? ¿Una colitis acaso? ¡Ah!
Entre Cacabillo y Quejo, el Sil peciente disolvió las peñas y tajó la Fouz de Bocarrío. ¿Veis la baliza en la foto? Pues ... ojo con las curvas y, entre enero y abril, suerte con los aludes.
Detalle del caserío de Queixu, en camino a La Cueta.
Pasatiempo: En esta fotografía falta un elemento muy significativo. Si has pasado alguna vez por Queixu, lo recordarás. ¿Cuál es?
Solución: ¡Pues cuál va a ser! ¡Los cables de telefónica y los de la luz! De momento siguen ahí las cutres guirnaldas. En La Cueta, las labores de embellecimiento de pavimentos y fachadas empezaron a buen ritmo pero ahora parece que están en punto muerto porque la administración gastó el dinero en otros asuntos. No se sabe cuándo llegarán las mejoras a Queixu. Mientras tanto, photoshop al canto.
En busca de las Fuentes del Sil, aun sabiendo que estarían exhaustas como siempre ocurre en el mes de agosto, salí de La Cueta no muy temprano. El sol ya entraba hasta el cauce y en las orillas había el barullo pajarero habitual a la hora del aseo. El ejemplar de la foto, con el plumaje alborotado, se ha lavado la cabeza y está bajo el secador.
Y los renacuajos disfrutan del agua mansa como nunca.
Camino reforzado con muros de piedra entre la majada de Bustusil y la fuentona de Bocanegra. Al fondo, los Picos de la Mortera (2.024 m). La caminata es larga pero hay mucho que ver, sobre todo si uno va atento también a lo menudo.
Ejercicio matemático:
Pregunta: habida cuenta de que la velocidad de obturación de la cámara fue de 1/160 de segundo y que la cola del bicho mide cuatro centímetros, determinar la longitud de onda, amplitud, frecuencia y potencia del latigazo provocado en el apéndice caudal para causar semejante remolino y dar como resultado una foto movida. (Basta con una aproximación razonable).
La dianthus superbus, llamada flor de Zeus o flor de Dios -de zeus o deos y de anthos -flor- también se la conoce como clavellina o clavelín o clavelito y abunda por los puertos de La Cueta en pleno verano.
La Machadina, a la cabeza las camperas de Cebolleo.
Al fondo, el collado de La Paredina (1.742 m) que pasa al Valle del Lago (Somiedo).
El itinerario recomendado para alcanzar las Fuentes del Sil está debidamente balizado y es doble, ofreciendo la posibilidad de subir por las camperas de Cebolleo, torcer para pasar ya muy por encima de la majada de Covalancha y continuar hacia el Pico Cuetalbo y Peña Orniz para luego regresar a la vera del río, por el flanco sur del valle.
Por arriba de la majada de Covalancho, cerca de la collada de las Morteras, el teleobjetivo aún alcanza a ver la espadaña de la iglesia de La Cueta entre los árboles.
Va muy avanzada la mañana y el rebaño debe de estar lejos de Covalancha.
En la imagen inferior, algo más allá del refugio se ven los restos del antiguo chozo.
Enormes argayos entre la majada de Los Calderones y Peña Chana.
Por encima de Covalancha, a 1.892 metros, está la collada de La Mortera. Desde aquí arriba, se ven muy bien los picos de Muxivén y a su derecha -foto inferior- El Cornón (2.188 m).
Y ahora, un relato de misterio.
Estad atentos porque se resolverá en el siguiente capítulo.
Entre la majada de Covalancha y la collada de Las Morteras encontré algún ejemplar de lycoperdón -del griego lycos -lobo- y perdon -pedo-, con perdón. En realidad se trata de un conocido e inocente hongo. Pero, a pocos pasos, había algo más inquietante, al menos para el pastor.
Et voilá! Un excremento de lobo. Se distingue que es de lobo, y no de perro mastín, por su forma, tamaño y abundancia de pelos. Los mastines y careas comen pienso normalmente.
El pastor ha rodeado la majada con balizas a modo de espanta-lobos.
A José Antonio Velasco, el experto que pastorea el rebaño del Conde de la Oliva -hoy del marqués de los Campos de Espina- en la cercana majada de Las Verdes, lo visitaron los lobos hace unas semanas.
Esta majada de Covalancha, no tan lejana de la de Las Verdes, se ve rodeada con unas cuantas balizas que podríamos llamar monofaros ya que consisten en ese tipo de prendas de vestir, los monos, colgados de palos debidamente anclados al terreno.
Me hubiera gustado charlar hoy con el pastor de Covalancha y preguntarle, entre otras muchas cosas, por la razón de las balizas. Pero, en cuanto me puse a seguir el rastro del rebaño (6), comprobé que andaba lejos de mi ruta. Mañana mismo volveré por allí para salir de dudas. Mientras tanto, he hablado con un amigo experto en lobos y él opina que lo de los monobalizas parece ser, en efecto, un intento de mantener alejado al canis lupus signatus. Pero si piensa engañarlo así -añade- va listo.
(6) Nota para urbanitas sin mucha experiencia rural: las ovejas -ougüechas en lengua vernácula- son capaces de caminar un montón de kilómetros al día. Van paciendo y no se enteran. Solo cuando más aprieta el sol se detienen para amaturriar, o sea, para echar la siesta de pie, a cobijo de cualquier sombra cuando la hay. En su largo periplo diario van dejando un rastro como el de Pulgarcito, solo que, en este caso, las migas son negras y ya están digeridas.
Ovejas amaturriando a las tres de la tarde.
(Esta foto fue tomada días atrás en la cercanía de Torrebarrio).
Algunos montañeros prefieren -preferimos- abandonar la ruta a las Fuentes del Sil en la majada de Covalancha, subir a pasar la collada de Las Morteras, entrar en términos de Somiedo (Asturias) y continuar por Las Morteras hacia la collada de Peña Orniz, por donde entramos de nuevo en León, justo junto al nacimiento del río.
Peña Orniz desde la collada de Las Morteras.
Ruinas de chozos en la majada de Las Morteras.
Los Picos Albos (Parque natural de Somiedo) sobre La Mortera del Valle.
El paisaje de las Morteras es fantástico en cualquier época del año. Memoria del hielo, en invierno parece irreal. Suelo consultar los trabajos sobre toponimia de Roberto González-Quevedo y el Diccionario de Xosé Luis García Arias. A propósito de este asunto, el último escribe: A nuestro modo de ver, estos topónimos deben explicarse por la palabra todavía en uso, mortera, con que se alude al terreno de pastos, de propiedad comunal, que queda acotado durante determinados períodos y al que sólo se puede acceder para disfrute colectivo, previo acuerdo tomado en xunta de vecinos que es quien fija el día de la derrota o de la irrupción de ganados. Según esto, creo que habría que pensar en la imagen que a nuestros paisanos ofrecieron unos terrenos que no podían aprovecharse durante una época del año. En realidad, muy bien pudieron haberlos denominado "pascua mortuaria" porque se trataba de verdaderos pastos muertos o sin aprovechamiento durante largo período de tiempo. El hecho de que hoy, en algunos concejos, no se recuerden estos usos tradicionales no quiere decir que no hayan tenido vigencia en épocas antiguas, cuando se formaron los topónimos.
La Mortera del Valle.
Una vez en el collado de Las Morteras, son muchos los montañeros que no se resisten a abandonar el rumbo y torcer hacia el norte para divisar el lago del Valle.
El Lago del Valle en el Parque Natural de Somiedo, Asturias.
A 1.600 m de altitud, con 2 km de perímetro y 40 m de profundidad máxima.
La isla de L´Entreiru.
Antiguamente, antes de que el lago fuera recrecido artificialmente con fines hidroeléctricos, durante el estiaje era posible alcanzar esta isla mediante piedras pasaderas.
De nuevo en términos babianos, desde la collada de Orniz alcanzo a ver el rebaño que se recoge en la majada de Covalancha. Anda distante, por las estribaciones de Pena Chana, no lejos del collado de La Cueña. Por debajo de las hileras de pacientes ovejas se distingue la figura del pastor. (7)
(7) Pacientes ovejas. Hasta hoy no había caído en la cuenta de que las ovejas son doblemente pacientes porque tienen toda la resignación del mundo y, además, porque pacen. Si la que duerme es durmiente, ¿la que pace es paciente? A lo mejor me contesta Margarita en su interesantísimo blog http://larecolusademar.blogspot.com.es/
El Pico Cuetalbo (2.074 m) metido en tierra de Babia junto a la collada de Orniz.
Ruinas de chozos en la majada de Cuetalbo, otro de los puertos pirenaicos.
Al fondo, la collada y Peña Orniz (2.191 m). Por ahí se ven huellas de los regueros recién nacidos que van trenzando el Sil.
Majada del Cuetalbo.
Peña Orniz y el río Sil recién nacido.
Agosto: el cauce seco y Peña Orniz al fondo.
Un kilómetro más allá, cerca del collado de La Cueña, donde el río vira al oeste, un hilo de agua mantiene el pasto tierno.
Pena Chana (2.108 m)
El río recién nacido, que ya apunta al oeste, es muy poca cosa estos días pero
ya se aprecia la capacidad erosiva que tiene durante los meses del deshielo.
El Sil bordea por el sur la gran planicie de pastos en cota próxima a los 2.000 metros.
La víbora, que puede vivir a gran altura, también tiene querencia por estos parajes.
Dado que tiene mala fama y además es muy tímida, escurre el bulto sigilosamente
sin dar ocasión a fotografiarla como es debido.
De repente concluye la llanura y el río se encajona peñas abajo. Desde aquí hasta La Cueta ha de perder 500 metros de cota en apenas seis kilómetros. En invierno, cuando no está helado, se despeña ruidoso y feroz. En pleno verano se cuela en sus laberintos subterráneos y asoma de vez en cuando, frío y cristalino.
De nuevo en las praderas de Cebolleo, va llegando a término la exploración de hoy.
Unas cuantas vacas asturianas pastan en La Machadina.
(En el próximo capítulo lo aclararemos).
Por debajo de las praderas de Cebolleo, nuevamente el cauce se ve seco. A la altura de la fuente de Bocanegra, exhausta también, reaparece el agua.
En cuanto a los viejos usos de la tierra, el entorno a La Cogocha, ya en la vecindad de La Cueta, es uno de los paisajes más interesantes.
No es que haya oscurecido de repente. Es que, antes de abandonar el pueblo, hacemos una visita calmada a Estrella en su establecimiento dedicado al turismo rural.
Buena cocina, muy buena carne, buenos quesos y embutidos, buenos huevos fritos, buen vino y buena sidra.
Dicen que el cuerpo humano precisa tres horas para eliminar el efecto de tres copas de vino o seis culines. Tres horas y un trípode es lo que se precisa para guardar un recuerdo nocturno de la aldea más excelsa de León.
Próximos capítulos:
Donde se resuelve el misterio de los monofaros o buzobalizas y se tratan
otros asuntos muy, pero que muy interesantes.
otros asuntos muy, pero que muy interesantes.
Y creo que te va a gustar este reportaje sobre el
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