Vivaldi: Gloria
Coro del King's College, Cambridge.
Ayer volvimos a caminar por andurriales muy queridos para mi.
Por el Collao de San Antón pasa el antiguo camino que enlazó la villa de Degaña -capital de cabecera en el asturiano río Ibias- con la cuenca leonesa del Sil. Desde 1980 discurre por aquí una carretera construida para transportar carbón desde la mina de Cerredo a la central termoeléctrica de Anllares. Tal carretera tiene una condición legal extraña y aun hoy uno no sabe bien si es pública, privada, concertada o allausté.
El caso es que desde el Collao de San Antón, se entra hacia el vallejo de Fasgueu por donde se llega a alcanzar las lagunas del mismo nombre. Todo este monte es área muy osera. No hace falta explicar por qué. No hay más que verlo. Ayer mismo, en el tramo final de sendero que trepa por la peña hasta asomar a las lagunas, encontramos la signatura excremental de un peludo. (La cagada de un oso, vamos). No es extraño que algún ejemplar ande estos días zampando arándanos por aquí ya que abundan y están todavía en sazón, aunque hoy se veían rebozados en cristalitos de hielo.
El caso es que desde el Collao de San Antón, se entra hacia el vallejo de Fasgueu por donde se llega a alcanzar las lagunas del mismo nombre. Todo este monte es área muy osera. No hace falta explicar por qué. No hay más que verlo. Ayer mismo, en el tramo final de sendero que trepa por la peña hasta asomar a las lagunas, encontramos la signatura excremental de un peludo. (La cagada de un oso, vamos). No es extraño que algún ejemplar ande estos días zampando arándanos por aquí ya que abundan y están todavía en sazón, aunque hoy se veían rebozados en cristalitos de hielo.
By the way, o sea, a propósito de este mismo sendero, hace unos diez años bajaba yo por él, a solas, sobre una nevada reciente, cuando mis pisadas se vieron mezcladas con las de un plantígrado. Y eran recientes. (Las del oso, digo). En condiciones normales, uno trata de ser discreto, de no hacer ruido, de no alterar en absoluto el quehacer del animal que anda por su casa y a lo suyo. Pero aquel día las condiciones no eran normales, así que me pareció bueno cantar a voz en grito la canción más horrible que me vino a la cabeza, la del Torito Bravo, aquel que lleva botines y ha nasío pa semental. Ni siquiera sé la letra pero puedo asegurar que cuatro palabras mal ligadas y el tarareo de la melodía dieron resultado. El oso no apareció y las huellas pronto divergieron, las del peludo tirando hacia las Rebochadas de Degaña y las mías hacia el coche que esperaba en el Collao.
Desde entonces suelo advertir a mis amigos de que, cuando vayan solos por el monte, entre dos luces, con nieve, en tiempo de escasez alimenticia y ante la sospecha de que ande por allí una rubia con crías, tarareen en voz alta cualquier cosa de El Fary. Empíricamente he comprobado que es método fiable.
Por arriba, por abajo o al sesgo, el descubrimiento de las lagunas de Fasgueo es siempre gozoso, aunque esta vez no las encontrásemos en su mejor momento. El año ha sido muy seco.
Allí, contrallá o pa'l otro lao, por encima de Cerredo, se ve cómo intentan maquillar los efectos de una mina de carbón a cielo abierto. Por lo menos aquí lo intentan.
Por encima de las lagunas queda el Alto del Bigardón, valga la redundancia. (Bigardo, alto, corpulento). Desde aquí arriba se ve medio mundo. Ahí van unas muestras.
La Veiga'i Bustieguas o Vega de Bustieguas se ve ahí al fondo, a la derecha de la foto, más abajo de esa gran extensión de fleitales incendiados. Incendiados por el sacrificio glorioso de la otoñada que estos días va alcanzando su esplendor.
Los bosques de Degaña, de toda la cuenca del río Ibias, son grandiosos.
Los bosques de Degaña, de toda la cuenca del río Ibias, son grandiosos.
Se nos ha echado un nubarrón encima pero a lo lejos, por el norte, el sol alumbra la pirámide de Caniechas, alzada sobre Monasterio de Hermo, en las cabeceras del Narcea.
Por la cuenca del Ibias se llega divisar la tierra baja del Navia cerrada en nieblas.
Al oeste, por esas ondulaciones adelante queda el Valdestremero y una brañas de Anllares y las de Faro y las de Peranzanes y el camino antiguo de El Tayeutu -que va de Peranzanes al Rebollar (Degaña)- y todos los valles de La Forniella y el de Ancares más allá y por fin la Sierra de Ancares cuyas máximas cumbres se identifican con claridad.
Por el sur, los desgastados montes del valle del Acebeo drenan a la cuenca del Cúa por términos de Anllarinos del Sil.
Más allá de Ponferrada, a cincuenta kilómetros de distancia de donde nos encontramos, se ven los Montes Aquilianos donde es fácil distinguir las cimas de La Guiana, El Tuerto y la Cabeza de la Yegua.
Las lagunas de Fasgueo. En el fondo del valle, Cerredo. Y a través del bosque,
la carretera coronando al Collao de San Antón.
Después de haber gozado con la observación de este medio mundo, toca contemplar el otro medio. Perdemos pues la vista de los montes de Degaña para asomarnos a Valdeprao.
Lo de Valle de Valdeprao suena tan mal como todas las redundancias. El camino de San Antón bajaba hasta no ha mucho por aquí, hacia términos de Páramo del Sil, atravesando Trambasregueras -precioso nombre-, la Veiga de San Antonio y otras camperas como el Prao que dio nombre al valle. En estos parajes tuvieron su braña algunas familias vaqueiras que venían con sus ganados, mucho tiempo atrás, desde las tierras de Luarca.
El pueblu de Valdeprao
nun ía pueblu, ía una braña
que ficienun lus vaqueirus
pulus tiempus del rey Wamba.
La braña de Susañe, en las cabereras del río Ceronciel.lu o del Valdeprao.
Vamos ahora por la cresta, en el flanco oeste del Valdeprao, siempre en torno a la cota 1.900, acercándonos al Miro, cumbre que debe de rondar los 1.960 metros. De camino, bordeamos el Cornón de Busmor, topónimo que, a lo que parece, cada cual aplica al monte que mejor le cuadra.
A propósito de topónimos antiguos, es un desastre lo que ocurrió con ellos desde mediados del pasado siglo. En la confección de la cartografía oficial participaron técnicos, funcionarios y diverso personal contratado. Esta gente preguntó los nombres de los lugares a la gente de la aldea más próxima. Y todo el mundo puso la mejor voluntad, pero el resultado fue chocante, disparatado muchas veces y, lo que es peor, permanente. A veces, la transmisión oral del nombre fue correcta pero la caligrafía del escribano indujo a error a quien luego ilustró los mapas. Así, por ejemplo, una letra "n" pudo ser confundida con una "u". Esto es lo que ocurrió con el vallejo del Rabón, en términos de Salientes, de manera que, desde 1940, el paraje aparece escrito como valle de Rabeu y la cumbre que lo preside fue llamada el Miro de Rabeu hasta hace poco. (Un servidor fue víctima de ese tipo de errores hasta que, hace pocos años, comprendió que no hay nada como preguntar a los lugareños, a los pocos que aún saben).
El Cornón de Busmor es un pico al que los hielos pasaron la azuela en las últimas etapas glaciares para dejarlo puntiagudo por su vertiente oriental. Son innumerables los montes que, por la misma causa, llevan igual nombre: Cuerno, Horn, Cornón, Materhörn ...
Imaginemos que un escribiente madrileño -o de Burgos o de Ponferrada, eso no importa- llega a la braña de Busmor, que es la segunda braña de Anllares, y le pregunta a un paisano por el nombre del pico que se alza allá arriba. Y el hombre contesta con toda exactitud y corrección:
- ¿Esi d´ail.lí? Esi ía´l Cornón de Busmori.
Y Alcornón de Busmori le quedó. Afortunadamente, los errores se van saneando en los ultimos tiempos y en esa recuperación tienen mucho que ver algunos blogueros. Quiero mencionar especialmente a los de Degaña e Ibias. Hay muy buenos filólogos en ese país y hacen un trabajo impagable.
En fin, a lo que íbamos. Que entre el yerbazal, los espantapastores y los canchales helados alcanzamos la cumbre de El Miro.
Las vistas desde El Miro hacia el este y sudeste son igualmente magníficas. Aquí tenéis la Sierra de Gistredo y el afilado pico Catoute (2.117 m).
Y aquí Somiedo, Babia y Peña Ubiña (2.417 m); el no va más.
Al pie de El Miro hay una laguna preciosa con cuya leyenda no me voy a extender porque esto se va alargando mucho. El Pozo Cheiroso -en vallisoletano Lleiroso- se llama así por razones obvias. Lo aclara el diccionario: Llera, del latín glarĕa, cantorral, terreno donde hay muchos cantos o pedruscos.
En el Pozo Cheiroso nos hemos bañado muchas veces, en verano, por supuesto. También nos hemos roto una costilla, pero eso ocurrió hace unos quince años y en otra época, cuando la superficie es una capa de hielo de veinte o más centímetros de espesor.
Hoy el nivel del agua está muy bajo, pero recuerdo haber visto el pozo aún más exhausto. El 11 de diciembre de año 2007 tomé la siguiente foto. El aspecto del Cheiroso en mayo será muy otro. Entonces el agua rebosará como suele y se despeñará hacia Valdeprao por el Arroyo de La Braña del Monte.
Hoy el nivel del agua está muy bajo, pero recuerdo haber visto el pozo aún más exhausto. El 11 de diciembre de año 2007 tomé la siguiente foto. El aspecto del Cheiroso en mayo será muy otro. Entonces el agua rebosará como suele y se despeñará hacia Valdeprao por el Arroyo de La Braña del Monte.
Bajamos entre peñascos hasta la orilla del agua.
Mensaje privado para Roberto:
Chaval, te quisimos bajar unas piedras, como ésta o como la que se ve debajo del agua, para el muro que estás haciendo en la finca. Pero ninguna nos cupo en las mochilas.
En fin, nuestra intención era buena. Que lo sepas.
En fin, nuestra intención era buena. Que lo sepas.
Son varias las posibilidades donde elegir para el descenso desde El Miro hasta la carretera de Valdeprao. Cuando los montañeros van en grupo, la decisión siempre es polémica. Lo mejor sería bajar por el vallejo de la Braña del Monte, que va a dar muy cerca de la aldea y cuya senda acaba de ser despejada. Lo interesante de esta opción es que podríamos hacer un alto en el Parador de Valdeprao, pinchar algo y comprarle a Felipa unas participaciones de lotería de Navidad, que siempre toca. Lo malo es que, después, habríamos de subir cuatro kilómetros por el duro pavimento de la carretera hasta llegar al Collao de San Antón, donde dejamos el coche.
Tras debatir el asunto durante unos minutos, optamos por consultar con un temerario habitante de estas alturas. Y él, después de dar unas vueltas, apuntó con su cola:
- ¡Por ahí! ¡Directos a la braña de Busmor por los canchales de Peña Boquín!
Eso hicimos. Lo solemos hacer habitualmente pero ¡ojo!, porque nunca pasa nada hasta que pasa. Y los canchales son muy peligrosos cuando están helados o simplemente húmedos.
Por ahí.
Y esto fue todo. Acaso algún día saldremos de esta criminal época de falla moral -y por tanto económica- y entonces valoremos este patrimonio natural del que todos podríamos vivir en estos valles con dignidad y ventura.
Acabo de regresar de Croacia y no me resisto a mostrar el tipo cartel anunciador presente en algunos lugares.
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