Saint-Saëns: Sinfonia No. 3 en Do menor. Final.
Orquesta Sinfonica Juvenil de Caracas
Orquesta Sinfonica Juvenil de Caracas
¿Vive siempre en el campo? -preguntó Vronski-. Ha de ser triste en invierno.
Cuando uno tiene ocupaciones, no -respondió Levin con tono áspero-. Por otra parte, nunca se aburre uno en compañía de sí mismo.
(Tolstoi, Anna Karenina).
No sé si la mataron los lobos o murió de muerte morrida. Vinieron a alimentarse de su cuerpo animales de no sé cuántas especies y tamaños y luego sabandijas variadas se ocuparon de esbichar el esqueleto. Esbichar es, como decimos aquí y en Portugal, separar la carne del hueso hasta dejarlo mondo y lirondo. De completar la faena se encargan ahora esos entes que no se ven pero que están en todas partes desde el principio y se reaniman con el calorcillo engañoso de estos mediodías de enero.
Aquí tenemos dos docenas de murias. Hay muchas en las camperas de Villafeliz. Muria es como llamamos por aquí al montón de piedras que acumula el paisano para limpiar la finca. Cada una de éstas debe de reunir dos mil cantos. Quien no lo crea que los cuente, pero sin desparramarlos, porque este trabajo costó dos mil golpes de riñón por muria. Fue una tarea como el tormento de Sísifo. Tantas piedras como apañó el paisano en el verano, tantas le echó el invierno a rodar peña abajo. Y en cuanto dejó de apañar, esto es lo que pasó. Otra vez la campera hecha un pedregal. Tanto trabajo para nada.
Para hacer este corro, el pastor que dormía en aquel chozo visible más arriba transportó y mamposteó cincuenta metros cúbicos de piedra. Como Felipe II en El Escorial, acaso subió a la peña cada día para ver desde allí lo bien que iba quedando la obra. Y total, para nada.
La semana pasada, mientras la nevada se mantuvo en la campera, el topo anduvo trabajando el recubierto, que es como llaman los mineros a la parte superficial donde está la buena tierra y abundan las raíces y lombrices suculentas. El trabajo parece cómodo y rentable pero, en cuanto la nieve se funde, el laberinto queda a cielo abierto y al topo no le conviene tal cosa porque hay mucha rapaz al acecho.
Con la nieve recién fundida y el terreno blandito, el topo volvió al sistema de minería clásica y se lio a hacer galerías y túneles-trampa desaforadamente, en busca de comida y compañía. Éste topo de Villafeliz lleva excavados cien metros en tres días y levantadas tres docenas de montañas. Esta tierra esponjada y rica es muy buena para las macetas. Antes recogíamos una poca en primavera para plantar en casa los geranios. Ahora la compramos en Carrefour.
Estos días cálidos de enero engañaron al topo y el infeliz se mató a trabajar. Hizo seis turnos diarios de tres o cuatro horas cada uno y le quedó el tiempo justo para dormir. Gran labor la suya pero estamos a comienzos de enero, en cualquier momento caerá otra buena manta de nieve y ... tanto esfuerzo para nada.
Foto Benedictus
¿Qué perdura?, y por tanto, ¿qué significa ser sino simplemente devenir? -se pregunta Iván en un ensayo que acaba de escribir y de enviarme. Iván, filósofo y científico, es uno de los grandes compañeros que he tenido en la montaña.
A través de puertos y majadas, a este pensador de campanario -me refiero a mí, no a Iván- le suele dar por reflexionar sobre el sentido de la vida y, según vayan las ondas de la ciclotimia, se apunta a Schopenhauer o Frank Capra. Hoy toca Gómez de la Serna, el que dijo que lo más importante de la vida es no haber muerto.
Nadie nació por propia voluntad pero, ya puestos, habrá que intentar vivir sin aburrirse y, si es posible, hacer algo para levantar otros ánimos. Por eso propongo este paseo. Es una caminata que ocupa cinco o seis horas incluyendo descansos y exploraciones diversas por riscos, cuevas, puertos y majadas.
Ahí van unas imágenes.
Los Puertos de Villafeliz desde la Peña de la Cueva.
El Puerto de La Cubiecha. (No confundir con el Alto del Palo).
La Collada de Los Navares, paso hacia las cabeceras del valle de Pinos.
Las Ubiñas asoman detrás.
Las fuentes de Babia son buenísimas para enfriar la bota del vino.
La Casa de Mieres y las chozas de pastores rehabilitadas como chalets refugio.
En 1836, con la desamortización de Mendizábal,
estos pastizales que entonces pertenecían a la Colegiata de San Isidoro
de León pasaron a manos de la familia Sierra-Pambley de Villablino.
Hablamos de 900 hectáreas incluyendo Riotuerto, el
Puerto, La Alcantariecha, la Cueva el Puerco, Los Navares, La Cubiecha
y Veiga Gorgaveiros que, en conjunto, son capaces de atender a 5000
ovejas y 600 vacas.
A
su muerte, Francisco Sierra-Pambley cedió todos estos montes a la
fundación que lleva su nombre a condición de que fueran respetados los
derechos de pasto de los pueblos de Babia: Candemuela y Villargusán en
Riotuerto, Pinos en la Alcantariecha, la Cueva el Puerco, La Cubiecha y
también en Gorgaveiros donde, además, pueden pastar los de San
Emiliano.
Diez años después de la muerte de Paco Sierra-Pambley, la Fundación vendió estos terrenos al Ayuntamiento de Mieres (Asturias) por 415.600 pesetas de aquella época.
Para información sobre el litigio que mantiene Babia y el Ayuntamiento de Mieres, ver El conflicto del Puerto de Pinos en Babia.net
Oscurece en el río de La Alcantariecha.
que los pastores del sur quisieron llamar río del Puentín.
Cuidadín, excursionistas, lo malu del iviernu ía que, en un nada, échase la nueite encima.
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