Entrada desde Babia por el Puerto de Somiedo.
Jacqueline du Pré en el primer movimiento del
Concierto para Cello en La menor op.129 de Schumann.
Hace muchos años, cuando empecé a perderme por Somiedo, apenas había libros-guía para excursionistas. Hoy se cuentan por cientos los folletos y blogs con descripciones de rutas que, por lo general, informan sobre distancias, perfiles y conceptos tan lábiles como el de dificultad pero, a menudo, se olvidan de lo fundamental, de hacernos saber por qué es tan interesante este país y que hay en él que no se encuentra en otras partes.
En los años 70 solíamos consultar los escritos del inolvidable José R. Lueje (1), los estudios sobre etnografía de Uría Ríu y algunos otros trabajos de la colección Biblioteca Popular Asturiana. En los ochenta ya estaba a nuestro alcance el magnífico Libro de Somiedo que escribió Ángel Rodríguez.
Por Lueje conocimos aquella tremenda maldición: Permita Dios que te vayas más allá de los infiernos ... etc ... y hasta el monte de Tibleus donde el diablo dijo ¡miedo! El desfiladero al pie del monte Tibleus todavía causaba algún miedo entonces, quizá más por su leyenda que por entrañar un riesgo verdadero.
Luego, en los 90, construyeron la carretera desde La Malva a Saliencia, y en un apartadero que hay poco antes de alcanzar Veigas, montaron una estructura ornamental y enorme a base de chapas y vigas de hierro. La moda artística de descontextualizar fue causa de que instalaran en el corazón de Somiedo aquella cosa que chirriaba, que no cuadraba con el paisaje ni con la idiosincrasia local y que hubiera quedado muy aparente a la cabeza de la ria de Avilés. A los pocos días alguien pintó encima una exclamación desgarradora: ¡Sacaime d´aiquí! Pero, veinte años después, el artefacto sigue donde estaba y la pintada también, aunque casi borrada. Aquella aparición bien pudo simbolizar el final del tremendo aislamiento que sufrían los pueblos del valle y la mejora de las condiciones de vida para los lugareños, pero también la aceleración de algunas pérdidas enormes e irremediables.
Torso y cabeza de un apabardexu momificado.
El apabardexu (apabardexus somedanus) es una especie endémica en peligro extremo de extinción. La desaparición, quizá ya consumada, se debe a la querencia de este animal por permanecer largas horas despistado y mirando pa las apabardas. (2)
Para mejor información, consultar en la Cafetería Peñavera de la Pola de Somiedo.
La leyenda sobre el origen del nombre Somiedo y acerca del pánico cerval que el mismísimo diablo sintió al verse en aquella confusión de barrancos, selvas, osos, lobos y apabardexus no tiene base alguna. Los lingüistas mantienen que la voz viene de *summetum y alude a lo montuoso y enriscado del país, aunque sugieren que la interpretación popular -el mito del diablo y el miedo- pudo haber influido para alterar el topónimo.
Lago Cerveriz, lago Calabazosa (6o m de profundidad y 1.500 metros de perímetro)
y laguna de la majada de La Calabazosa.
y laguna de la majada de La Calabazosa.
Majada de La Calabazosa, a 1.750 m. de altitud.
El glaciarismo cuaternario pulió el territorio de tal forma que en el relieve actual asombra lo que fue un colosal vivero de cristal en torno a los riscos de Peña Orniz, los Picos Albos, La Calabazosa y la Veiga de Camayor, los bellísimos espejos del agua retenida en los cuencos que ahondó el lento pero abrasivo desplazamiento de la ingente masa de hielo, el perfil de bañera en la cabecera del valle principal y, más abajo, desde Saliencia hasta Éndriga, la sucesión de dientes de sierra -ver foto inferior- esculpida por el drenaje de pequeños glaciares colgados y por la tarea de zapa que hoy siguen llevando a cabo los torrentes desaforados.
Sucesión de cuernos rocosos a modo de dientes de sierra
en el flanco boscoso del valle de Saliencia.
en el flanco boscoso del valle de Saliencia.
El flanco umbrío del valle es un bosque de hayas que se alarga desde Las Bustariegas de Saliencia hasta las abruptas caídas de Tibleus y el Gurugú. Toda esta banda, de unos doce kilómetros de longitud, fue declarada Área de Uso Restringido y vedada a los excursionistas debido a su excepcional riqueza biológica.
Flanco nordeste del valle, área de brañas y pastos.
El flanco contrario, solano y dominado por áreas de pastizal y por las brañas, está abierto a los caminantes casi en su totalidad.
Por cada barranca que profundiza hacia el valle, suben los brañeros y sus ganados, a veces utilizando caminos llevaderos y otras trepando entre paredes verticales y por escaleras de piedra.
Por cada barranca que profundiza hacia el valle, suben los brañeros y sus ganados, a veces utilizando caminos llevaderos y otras trepando entre paredes verticales y por escaleras de piedra.
En la Güérgola de Arbel.lales, un tercio de la angostura se reserva para el torrente y dos tercios los ocupa la escalera que vecinos y vacas emplean para subir a las brañas de Ordiales, Las Murias, La Corra, el Cuérrago y el Cuerraguín.
En tan sombríos desfiladeros como éste de La Güérgola o en el de Los Arroxos de Saliencia, más imponente que la obra de
la naturaleza es la labor ingente, colosal, heroica, que los lugareños
llevaron a cabo para abrir paso a su través.
Imagen (Google Maps) donde se aprecia el valle de Saliencia con sus dientes de sierra en el flanco boscoso del suroeste y sus brañas en el nororiental. Por lo alto del cordal que linda con Teverga he resaltado, en color amarillo, el Camino Real de La Mesa.
El Camino Real de La Mesa pasando el collao del Muro en Las Cumales.
Al fondo apunta la cima de Peñas Negras por cuyo pie discurre este mismo camino cuando ya está próximo a alcanzar la braña de La Corra para enfilar hacia
el Campu el Xuegu la Bola y al puerto de Piedra Xueves.
En el siglo I, la ciudad de Astorga era punto crucial en la red de comunicaciones del imperio. Por allí discurrían dos de las tres rutas que estructuraron el territorio hispánico: la Vía de La Plata de norte a sur y la de Tarraco a la Gallaecia de este a oeste. Además, entre los derroteros secundarios que atravesaban la cordillera cantábrica, uno conectaba el Conventus Asturicensis con la región de los astures trasmontanos a través del Puerto de La Mesa. Este trayecto, que luego sería escenario de peleas entre el Reino Astur y el Emirato Cordobés y más tarde vía comercial y pecuaria, se distingue por discurrir sobre la cresta del cordal, siempre dominando todos los valles.
A partir del pueblo babiano de Torrestío empieza a elevarse para franquear el Alto de La Mesa a unos 1.800 m de altitud y después, durante 16 km, mantiene una cota superior a los 1.600 m hasta aproximarse al Puerto de San Lorenzo.
A partir del pueblo babiano de Torrestío empieza a elevarse para franquear el Alto de La Mesa a unos 1.800 m de altitud y después, durante 16 km, mantiene una cota superior a los 1.600 m hasta aproximarse al Puerto de San Lorenzo.
Aunque el topónimo Piedra Jueves -puerto de Piedra Xueves o Petra Iovis- proviene de tiempos de la colonización romana y sugiere la existencia de un ara para culto a Júpiter en aquellas alturas, los tramos empedrados que hoy se aprecian en los lugares más propensos al barrizal -bajo las Peñas Negras por ejemplo- se deben a los habitantes de la zona quienes, quizás en régimen de facendera, contribuyeron a mantener el camino practicable en épocas no tan lejanas.
Junto al Camín Real, como dos kilómetros al noroeste de la braña de La Mesa, se aprecian con dificultad restos de una fortificación alargada perpendicularmente a la cresta de Las Cumales y desde donde se domina una vasta extensión de terreno. El Collao del Muro, que por allí mismo da paso desde la vertiente de Somiedo-Saliencia a la de Teverga, recibe su nombre a causa de dichos vestigios. Esta construcción dataría de entre los siglos VII y VIII y su finalidad habría sido dificultar el paso de tropas que, procedentes de la meseta, seguirían una ruta estratégica antigua. El informe titulado A propósito de las fortificaciones lineales ástures de El Homón de Faro (La Carisa) y de El Muro (La Mesa), los autores hacen referencia a las excavaciones llevadas a cabo en el lugar donde el muro corta el Camino Real, las cuales sacaron a la luz una superficie de rodadura de guijarros menudos que podría datar de la época romana. (3)
Copio seguidamente unos párrafos de AVENTUREROS DEL TIEMPO, Leyenda de caminos y de poderosas razones para viajar (Edilesa, León, 2004):
En el año 1835, cuando Larra publicó su
artículo titulado La
Diligencia , en España viajaba poca gente. Donde existían
caminos adecentados o carreteras, los coches y carromatos sólo eran utilizados
por personas acaudaladas o por altos funcionarios civiles o eclesiásticos. La
demás gente, si tenía que desplazarse, lo hacía a pie o acoplada a caravanas de
arrieros por razones de seguridad, contratando el viaje a media caballería o a
caballería completa. Afirmaba el periodista
que el pueblo llano sólo hacía
viajes por motivos muy poderosos
y el común de la población jamás viajaba, siendo las personas semejantes a los troncos, que allí donde
nacían, allí morían. Antes de
tratar sobre demografía y emigración, hemos de resaltar algo que hoy cuesta
mucho creer. Es el hecho de que ningún transporte sobre ruedas cruzó la
cordillera cantábrica hasta mil ochocientos y pico y que cuando el primer coche
de caballos franqueó el puerto de Leitariegos, ya no faltaba mucho para el
advenimiento del siglo XX. Hay, no
obstante, constancia de una heroica excepción. En los tiempos de Jovellanos era
muy utilizado el Puerto de la
Mesa , camino de herradura como todos los demás pero al que
cabe la gloria de ser el único por el que un coche transitó ya entonces.
Habrá como treinta años -escribió el ilustrado en sus Diarios- que el difunto marqués
de Ferrera (...) volviendo de la
Corte , atacado de graves dolencias que no le permitían
cabalgar, logró que su coche pudiese vencer el Puerto de La Mesa. Este ejemplar se
verificó en el verano, siendo el coche tirado por bueyes y a costa de muchos
riesgos y fatigas. Y sin embargo, por su singularidad y rareza, dura todavía en
la memoria de aquellos naturales, poco más o menos como en la antigua Grecia la
expedición de los Argonautas.
Inicio del sendero hacia la Fouz de Los Arroxos, en las proximidades de Saliencia.
El Camino Real, en su tramo babiano y somedano, se suele acometer en Torrestío (Babia) para concluir en el Puerto de San Lorenzo, entre Somiedo a Teverga. Pero hay itinerarios más breves y suficientes para conocer parte del legendario derrotero y también la mayoría de brañas de Saliencia, Éndriga y Arbellales. (3)
Enfilar desde Saliencia hacia la Fouz de Los Arroxos y subir por allí hasta la braña de La Mesa es una de las buenas opciones. Luego, desde La Mesa hasta el Campo La Madalena hay menos de cuatro comodísimos kilómetros por el Camino Real. A partir de La Madalena, se puede bajar a las Morteras de Saliencia y continuar por sendas de pastores, sin perder altura y de braña en braña -Ordiales, La Bárzana, el Col.lau, El Corraguín, El Cuérragu, Las Murias- para descender al valle por La Güérgola de Arbeyales.
Enfilar desde Saliencia hacia la Fouz de Los Arroxos y subir por allí hasta la braña de La Mesa es una de las buenas opciones. Luego, desde La Mesa hasta el Campo La Madalena hay menos de cuatro comodísimos kilómetros por el Camino Real. A partir de La Madalena, se puede bajar a las Morteras de Saliencia y continuar por sendas de pastores, sin perder altura y de braña en braña -Ordiales, La Bárzana, el Col.lau, El Corraguín, El Cuérragu, Las Murias- para descender al valle por La Güérgola de Arbeyales.
En la Fouz de Los Arroxos, con una pendiente impía
entre las cotas 1.240 y 1.400,
ha de apreciarse el trabajo monumental
realizado por los vecinos
para abrir camino al ganado por semejante
despeñadero.
En la época del deshielo -foto del pasado 15 de abril- chorros de gran caudal
manan como por milagro del interior de las peñas calizas donde el agua
hace sus recorridos laberínticos.
Cabanas de la Campa d´Abaxu fotografiadas
-con teleobjetivo, por supuesto-
-con teleobjetivo, por supuesto-
desde lo alto del desfiladero.
Superada la Fouz de Los Arroxos, la braña de La Mesa ya no está tan lejana.
Braña de La Mesa.
En la braña de La Mesa se mezlan tres tipos de refugios: los toscos corros de planta circular, las cabanas con teitu de escoba y las que llevan cubierta de teja.
Los corros, más propios de las brañas remotas como ésta, se utilizaron en verano. A veces van parejos, sirviendo uno para refugio del brañero y otro para guardar los terneros durante la noche.
Colocando cuidadosamente bloques de piedra plana escalonados, el constructor del corro logra que estos lleguen a encontrarse en el centro formando así lo que se conoce como falsa bóveda, una cubierta poco efectiva como se ve en la foto inferior.
Colocando cuidadosamente bloques de piedra plana escalonados, el constructor del corro logra que estos lleguen a encontrarse en el centro formando así lo que se conoce como falsa bóveda, una cubierta poco efectiva como se ve en la foto inferior.
Entre los corros de La Mesa aparece alguna cabana de planta rectangular con techo de escoba. Este tipo de edificación es más habitual en brañas a media altura y con mejor acceso, a donde el brañero podía subir cada tarde, ordeñar, atender sus propiedades, dormir y bajar al pueblo por la mañana. Los ejemplares como éste que aparece en medio de varios corros no son significativos debido a su pequeño tamaño.
Abajo, en el valle de Saliencia, ya estalló la primavera. Aquí arriba, en La Mesa,
el deshielo no se ha consumado y este caracol prudente mantiene la concha sellada
a la espera del cuarenta de mayo.
el deshielo no se ha consumado y este caracol prudente mantiene la concha sellada
a la espera del cuarenta de mayo.
Vista del Camino Real hacia la Fuente de Los Güesos y hacia
el Puerto de La Mesa que parte con Babia.
Menos de cuatro kilómetros median entre la braña de La Mesa y el Campo de La Madalena.
Hoy, varios monolitos jalonan el Camino Real de La Mesa, unos indicando
lugares relevantes y otros, los más toscos, reproduciendo miliarios romanos.
Ver en la esquina superior izquierda el cómodo acceso desde el valle
a la braña de La Mortera de Saliencia.
Cabana arruinada en Las Morteras de Saliencia.
Propias de brañas más cercanas al pueblo y con mejor acceso son estas grandes cabanas de planta rectangular bajo cuyo techo hay un piso alto o tenada hecha a base de palos y ramas de piorno entetejidas, donde es posible dormir y almacenar hierba y leña.
En este género de brañas hay bienes comunales -las olleras para mantener la leche refrigerada o los pilones- pero también fincas de propiedad privada e incluso pequeños huertos como ocurría en La Pornacal -ver Ya es primavera en Villar de Vildas-, la braña somedana por excelencia donde los vecinos hacían vida durante buena parte del año.
La Ferrera, El Muñón y Los Bígaros desde las brañas de Saliencia.
La Bárzana y el Col.lau.
El pueblo de Éndriga visto desde la Braña del Col.lau.
En primavera, el chorro del pilón en la braña del Cuérrago
se escucha nítidamente desde el Camino Real.
La braña de Las Murias de Arbellales.
Arbellales, por debajo de La Güérgola.
Braña de Las Murias.
La Güergola.
Unas cuernas de venado en Arbellales.
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Notas:
(1) El Museu del Pueblu d´Asturies guarda catorce mil negativos fotográficos de 35 mm y de 6 x 7 cm que el grandísimo montañero hizo desde el año 1936 hasta su muerte en 1981.
(2) Mirar pa las apabardas o alpabardas: expresión asturleonesa que equivaldría a vivir en la inopia o estar en la luna o en Babia mismamente. Por los montes de Somiedo, con su naturaleza exuberante -osos, lobos, vacas alpinistas, simas y precipicios- hay que andar espabilao para no terminar como el apabardexu.
(3) J. Camino, R. Estrada y Y. Viniegra en Territorio, Sociedad y Poder, Revista de Estudios Medievales nº 2, 2007.
(4) Una ayuda muy interesante para explorar el área de La Mesa y las brañas de Saliencia:
SOMIEDO, GUÍA COMPLETA, Calecha Ediciones (rutas en las pág. 182 a 200).
Lago de La Calabazosa.
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