Muy agradecido a los seguidores de este blog, os informo de que termina esta experiencia a la par que acaba el año. La noche que viene es la de los grandes propósitos, ya sabéis, y uno de los míos consiste en ... digamos que administrar mejor la aceleración del tiempo. Ojalá se cumpla esta aspiración y también todas las vuestras. Gracias.

Julio.

Nochevieja de 2013.


martes, 28 de mayo de 2013

XVII Encuentro de Montañeros / Pero ... ¿quién fue Fernán Pérez?



A la izquierda, el valle del Boeza. En medio, las Torres de Vizbueno.
A la derecha, el Campo de Santiago. Y al fondo el Catoute,
Valdiglesia y otras cumbres señaladas.



Edward Elgar
Serenata para Orquesta de Cuerda en Mi menor, Opus 20



En los llamados libros de atoayuda, que educadamente aborrezco, suele haber algún capítulo dedicado a ensalzar las ventajas de la vejez. Un servidor llevaba algún tiempo tratando de identificarlas por su cuenta pero no dio con ninguna hasta que ayer, mira por donde, decidió que había encontrado la primera: mi carnet de cofrade en la Peña de Montañeros Gistredo, con el número 50 -o próximo-, tiene solera, señorío y abolengo a raudales, como la propia Peña. Y eso es una satisfacción que solo se logra envejeciendo. 

Justamente fue la Peña Gistredo quien se encargó este año de organizar el XVII Encuentro de Montañeros Leoneses y lo hizo como estaba previsto, con la habitual solvencia.

Las cumbres elegidas para la ocasión fueron el Pico de Fernán Pérez (2.063) y la Peña Cefera (2.012) que escoltan una collada de nombre sugerente -los Arcos del Agua o el Arca del Agua- mientras dominan por el sur las tierras de El Bierzo y La Cepeda y por el norte el Vallegordo de Omaña.

 

Vista desde los abedulares de La Guariza de Vegapujín, la pirámide de Peña Cefera es una de las montañas más hermosas que conozco en este cuadrante de la península. La belleza de un monte se mide por la emoción que despierta en nosotros. Y esto me recuerda un soneto de Garcilaso de la Vega:

Yo no nací sino para quereros; 
mi alma os ha cortado a su medida; 
 por hábito del alma mismo os quiero. 
Cuanto tengo confieso yo deberos; 
por vos nací, por vos tengo la vida, 
 por vos he de morir, y por vos muero

Espero que el último verso no cuaje en mucho tiempo, más que nada por ver si soy capaz de descubrir las ventajas de la vejez. Por lo demás, confieso que le debo mucho a Omaña. Y desde el verano pasado, todavía más. Por eso ayer elegí la ruta de La Guariza de Vegapujín a través de Las Dorniellas Bajeras, el precioso abedular, el Campo de Las Machadas, las peñas de Las Porrinas y el circo excepcional de Los Llaos.  

 
  
En las últimas semanas se ocupó este blog de las huellas que la última glaciación dejó en  nuestros paisajes. La ascensión a Peña Cefera por el camino de La Guariza de Vegapujín facilita observar de cerca la obra de uno de los mayores glaciares rocosos de estas comarcas. Así lo estima el doctor Alipio G. de Celis, otro apasionado de Omaña.
Los glaciares de roca como éste de Peña Cefera fueron enormes acumulaciones de cantos y peñascos de considerable tamaño que, amalgamados con el hielo, fluyeron valle abajo debido a su masa colosal, dejando como recuerdo la sucesión de ondulaciones que ahora se observa.



 

Subiendo muy cerca del glaciar y a través de uno de los esplendorosos abedulares de la alta Omaña, encontramos un indicador que orienta hacia las Lagunas o Los Llaos, que son la misma cosa y así debe entenderse. Lo de El Llao de Montrondo, rebautizado como Pozo Hollado en mapas y carteles, clama al cielo. En esta parte de la cordillera, las lagunas se llamaron Llaos o Chaos hasta hace cuatro días pero parece que los del marketing de lo rural no están al tanto. Seguramente también ignoran que Machada no es un topónimo machista, que Guariza equivale Boiriza y alude a una parte del monte reservada a la vecera de los bueyes, que el Llao del Baucín acaso recuerda a uno de esos bueyes y que nombres tan sugerentes como el Viciucastro, el  Cáscaro de la Vachina Escura o el Sesteadero del Buey del Fraile han de ser conservados porque tienen una razón y un significado y un gran valor patrimonial. 
 
En fin, seguimos sendero arriba por un derrotero que depara al caminante grandes sorpresas. Encima del campo de Las Machadas aparecen las peñas de Las Porrinas, donde hay mucho que observar.  
 

Las peñas de Las Porrinas. Más arriba, Peña Cefera.


Sabido es que, desde mediados del XIX, en el Vallegordo se vinieron dando aún mejor los humanistas que las patatas, cosa notable teniendo en cuenta que las patatas de aquí y las de Valdesamario son las mejores de la Comunidad Europea. (Tal como van las cosas, puede que pronto lo apreciemos).
Las peñas de Las Porrinas han sido muy bien escrutadas por arqueólogos de carrera y también por humanistas locales aficionados a la cosmología, la cosmogonía, la historia antigua y las lenguas muertas. 
A casi cinco kilómetros de Las Porrinas, medidos según la curva de nivel que sigue los infinitos quiebros  del terreno, está la collada del Pando, por donde el Camino de Tremor y la Ruta de Los Asturianos comunican el Vallegordo con El Bierzo y La Cepeda. Allí, en el Alto del Pando, a 1.680 metros, aún se aprecia la huella de un canal que durante centurias fue conocido como la Presa Antigua y que en el siglo I condujo el agua rebosante de Los Llaos hasta llevarla a las explotaciones auríferas próximas al Suspirón y a Las Fornias de Marzán o el Cuartín de Los Moros.
Podríamos citar aquí a docenas de humanistas omañeses que se interesaron en analizar todo este asunto. Germán González, de Posada, fue uno de ellos y hoy es su hija Mary Luz, arqueóloga, la que está desarrollando una interesante labor con los vestigios de la minería romana aquí y en el área de La Cabrera y Las Médulas. 



En Las Porrinas aún se observan las dentelladas que los currantes al servicio 
de la ingeniería romana practicaron para labrar el canal en peña viva o tender
acueductos de madera en los vanos.

Con un espesor de lámina de agua de entre 20 y 60 cm, los canales que abastecieron la industria aurífera debían tener la pendiente justa para mantener la velocidad del líquido en valores capaces de evitar la erosión, los arrastres, los depósitos y la posibilidad de atascos, fugas y deterioro de los cauces. Esta pendiente podría rondar entre el 0,2 y el 0,4%. Si el Alto del Pando está en la cota de los 1.680 metros, el canal que recogía el agua vertida desde Los Llaos habría de pasar por Las Porrinas a unos 1.700 metros. (Entiéndanse estos valores como meras aproximaciones ya que no fuimos provistos ni de altímetro ni de GPS).


La huella del canal se mantiene a través de los escombros
del glaciar de roca después de 2000 años porque los lugareños 
usaron este tipo de obras como caminos.


Evidencias del canal en las peñas de Las Porrinas.

Charlando hace unos años en Posada con Samuel Rubio, fraile agustino, humanista y estudioso de la minería romana en Omaña, me decía que probablemente Plinio el Viejo no hubiese estado nunca al pie de Peña Cefera aunque, a tenor del relato que hizo sobre la construcción de los canales, no es tan disparatado suponerlo:

... el tercer procedimiento sobrepasa los trabajos de los gigantes .... las rocas inaccesibles son cortadas o forzadas para ofrecer asiento a troncos de árbol ahuecados. Los que hacen estos cortes están sujetos por cuerdas y, vistos desde lejos, se parecen no tanto a los animales como a los pájaros. Colgados la mayoría de las veces, nivelan y trazan las líneas para el recorrido y las corrientes de agua son conducidas por lugares por donde el hombre no es capaz de pasar.


Dejamos atrás Ls Porrinas y continuamos monte arriba siguiendo el rastro de la primavera que  por fin, estos días trepa decidida por las cenicientas sayas de Peña Cefera.

 







 
 


Desagüe de Los Llaos hacia el lugar de captación para el canal.



De hecho, la primavera ya se ha instalado en Los L.laos
y más arriba se va fundiendo la última nieve.



Estos son Los L.Laos o las Arcas del Agua que es el nombre con que también se conoce a la cumbre en el extremo norte de la sierra de Fernán Pérez. 
Arceo -ui significa contener, encerrar, retener. La expresión arca de agua significa depósito según el DRAE y el Vikcionario la define como depósito o cisterna donde se reciben las aguas que desde allí se distribuyen. Muchos intelectuales aún rechazan el Vikcionario pero cada día son más los que lo consultan y lo enriquecen. Los L.laos del Vallegordo fueron, en efecto, el depósito de acumulación de aguas del deshielo y el distribuidor de caudal para las explotaciones auríferas en el siglo I.  




La superficie del Lago Grande está en la cota 1.860 y solo resta salvar doscientos metros más para alcanzar la cumbre de Fernán Pérez por la rampa más pendiente y expeditiva del circo. 


Abajo Los Llaos y al fondo el Vallegordo en las proximidades de Fasgar.

 




 
 
Inicio de la Sierra de Fernán Pérez sobre el circo glaciar de Los Llaos.

Escarbando en cuantos filones tuve a mano, no encontré más razón para explicar el nombre de este pico que la que cuenta la leyenda popular, pero esa no me sirve porque ni la batalla en el Campo de Martín Moro ni sus muchos adornos y variantes tienen más consistencia que un mal flan. Cuando toda una sierra se llama de Fernán Pérez, el individuo en cuestión no debió de ser un quídam sino alguien con el tronío de un Fernán Pérez de Andrade, fiel servidor de don Pedro el Cruel hasta que se pasó al bando de don Enrique, o de un Fernán Pérez de Guzmán, señor de Batres en el siglo XV, cuyos ganados bien pudieron trashumar desde el valle de Guadarrama a estos pastizales del norte o ... vaya usted  a saber. A ver si alguien averigua por fin quién fue el tal Fernán Pérez. Mientras tanto nosotros, después de hacer barrenamientos disparatados como los anteriores, comprobamos que la arribada de montañeros a la cumbre no cesa, como tampoco dejan de acercarse por los cielos del sur y el oeste los galeones anunciados por nuestra querida Mónica López, que aunque traen bandera blanca y los cañones sin cargar, navegan en una corriente de aire demasiado frío. De modo que acordamos emprender el descenso. Un descenso que será abundante en encuentros memorables.


    
  
El Campo de Santiago al fondo.


Continúan subiendo más y más montañeros, la mayoría afiliados a muy conocidos clubs de las Asturias cismontana y trasmontana: Gistredo, Yordas, Vetusta, Laciana y no sé cuántos.
Entre los que coronan la montaña y los que prefieren quedar junto a la ermita del Campo, se estima que hay más de trescientos participantes en este encuentro.

 





Descenso pródigo en encuentros memorables, ya digo.


   


En medio, y para cerrar como Dios manda el reportaje,
Eloy Gundín con su admirable leyenda a cuestas.
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Ascensión al pico de las Arcas del Agua por el camino de La Guariza de Vegapujín.





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3 comentarios:

Montaña-EMF-MAF dijo...

Un trabajo admirable y los comentarios perfectos mas trabajo que la misma ruta de montaña y muy agradables de leer .
Bueno visito el blog por indicación de Eloy pues yo soy de la peña Gistredo y coincidimos unos momentos en la cima de Arcos del Agua ,justo una imagen en reponiamos fuerzas en la cima,por cierto se os quedo un bastón en la cima y lo baje hasta Bembibre luego se lo pase a una chica de Villablino para que os lo hiciera llegar.
Saludos cordiales de Miguel y un placer visitar tu blog ,yo tengo uno tambien
http://estmaf.blogspot.com.es/2013/05/xvii-encuentro-de-montaneros-leoneses.html

Saludos cordiales
Miguel Alonso

Anónimo dijo...

Llaos o Chaos era en realidad Llagos o Chagos (más bien Tsagos o Ļļagos) con debilitamiento de la consonante G que se da en ocasiones en leonés, por ejemplo se dice "fueu" por fuego, llueu o Tsuou (en patsuezu) por luego o tríu por trigo como aparece en los poemas de la palaciega Eva González.

Es curioso el nombre de Vachina, que lo mismo que en Chaos lleva una Che que en realidad es la Tse vaqueira del patsuezu, que era pronunciada en Salentinos (según me comentó, Valdomero vecino de Colinas, mientras en ellos en los valles de Boeza y Valle Gordo decían el Lleiche para referirde a la leche, los de Salentinos decían el Tseite con ese sonido tan peculiar).
Ese topónimo debería ser Vatsina (o Vaļļina si hacemos caso de la Academia de la Llingua Asturiana) se corresponde a las Vallinas de otras zonas de El Bierzo y León, que no es otra cosa que un dimiutivo femenino de valle. (Es típico nombre de calle, Calle la Vallina, que se da por ejemplo en Villaverde de los Cestos).

Que al pozo Llao (que en su día seguramente fue Llagu, por ser laguna) lo rebautizaran como Hollado me parece una aberración y un ejemplo más de la deturpación toponímica, que no debemos olvidar que hace parte del patrimonio cultural y muy vinculado a los paisajes que dan nombre.
Se debería ser más sensible con ello, e indagar preguntando a los vecinos de los pueblos cercanos sobre cómo llamaban realmente a esos lugares porque ellos son quienes realmente conocen sus montes...no permitamos lo que ocurrió con cierto pueblo de la Valduerna que pasaron de Sachar o Jajar ollas (Saxa Ollas) a sacar ojos (Saca Ojos hasta los años 80) a honrar a un patrón al que nunca veneraron; Santiago de la Valduerna hoy día...

Ernesto dijo...

Agora creo que la che "vaqueira" escribese l.le, por mor de facilitar la cosa con los ordenadores. L.leite, val.lina y l.lagos.