Schubert
Divertimento D823 para Piano a Cuatro Manos
Hace años que somos vecinos pero nos vemos poco. Él sale de noche y yo me acuesto temprano. El pasado 23 de noviembre, anocheciendo, nos encontramos de casualidad. Él iba de mudanza. No sé dónde vive en los meses buenos pero, en cuanto huele el invierno, corre a meterse en el fondo de la leñera.
Ese día los madroños lucían muy bien, aunque sólo de fachada. Cada año ponen la mejor voluntad pero, al final, no valen ni para dar gracia al orujo. Tienen textura de harina y sabor disipado. Este clima no les va.
Ese día, más o menos a la hora en que mi vecino salía de mudanza, el bellísimo otoño lacianiego se desangraba por el pico Cuetonidio.
El 23 de noviembre acabó el otoño en Laciana.
El erizo no sé cómo lo supo pero lo supo y se mudó.
Marchó a dormir al fondo de la leñera.
El erizo no sé cómo lo supo pero lo supo y se mudó.
Marchó a dormir al fondo de la leñera.
El día 24 el cielo tenía estas pintas. Nubes lenticulares. Mal asunto.
Y el 29, la capital amaneció con éstas.
Por San Andrés, a la puerta la ves.
Que lo llamemos a finales de marzo, dijo.
Quién pudiera hacer lo mismo, con la que está cayendo.
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