Gracias a Víctor, el Rubio.
Suerte, amigo.
Cesar Franck: Panis Angelicus
Renée Fleming en la catedral de Mainz en 2005. (1)
No sé qué santa es ésta, pero es mi favorita.
No son pocas las mártires cristianas que se han representado alguna vez con un libro en la mano: Catalina, Bárbara, Águeda, Cecilia ... También la Virgen -Nuestra Señora de la Esperanza o de la O- se representó desde la Edad Media Baja con el vientre abombado y un libro en la mano.
El libro, como objeto simbólico, tiene diverso significado y no es atributo exclusivo de ningún miembro del santoral. En esta talla de Salce, la postura de brazo y mano derechos y las marcas de anclajes en el antebrazo hacen suponer que el personaje no sostuvo algo tan liviano como la palma del martirio sino otra cosa de mayor volumen, acaso un cáliz, un instrumento musical o un torreón. Quiero pensar que es precisamente el torreón lo que le falta y que, por tanto, se trata de Santa Bárbara. En el ático del retablo mayor hay otra Santa Bárbara que no admite duda. Y es seguro que habría alguna más en la ermita que lleva su nombre. Nada extraño dada la enorme fama de esta capitana capaz de repeler con su escudo el pedrisco que arrasaba las tierras y el rayo que inflamaba los techos de paja.
Lástima que la coraza mística de Santa Bárbara solo fuera efectiva ante las inescrutables decisiones de lo sobrenatural. Lástima, porque en el Concejo de Villamor de Riello, el verdadero purgatorio no tenía tanto que ver con rayos, truenos y otros asuntos de los cielos cuanto con otro tipo de peligro mucho más cercano. Quien arramblaba con el grano en estas tierras, que por algo se llamaban de pan llevar, era el Conde de Luna cuyos alguaciles y paniaguados, desde el siglo XIV hasta el XX, practicaron el saqueo anual en las mismas eras y entre el coro lúgubre del llanto de las mujeres, según dejó escrito el abogado Vicente Flórez de Quiñones. (2)
En Salce aún se conserva la Panera del Conde, restaurada con esmero no hace mucho.
Santa Bárbara en el ático del retablo principal de Salce.
En mi pueblo también le cantamos a Santa Bárbara, sobre todo últimamente, pero con pocas esperanzas. Parece que ella no se entera y supongo que es por parecida causa, porque los engaños no tienen mucho que ver con el mundo de lo sobrenatural, ¡quia!
Las ánimas del purgatorio.
Retablo en la capilla del evangelio de la iglesia de Salce.
En 1750, Salce tenía sesenta y una casas habitables y ocupadas y doce pajares separados. Por las respuestas que dieron para el Catastro de Ensenada sabemos que los vecinos y concejo de la enunciada población no tienen más propios que el término yermo, de lo que arriendan parte de ello para agostadero de los ganados de la Cabaña Merina a diferentes ganaderos en la cantidad de seis mil ochenta y un reales de vellón que anualmente percibe el dicho común y que, después de sacar lo correspondiente a satisfacer las contribuciones reales y gastos concejiles, si queda algún sobrante se divide a prorrata entre los vecinos para subvenir a las necesidades que ocasiona su pobreza.
De esos seis mil y ochenta y un reales había que descontar 995 que el predicho común satisface anualmente y de ynmemorial tiempo a esta parte en las partidas que siguen: doscientos reales de todo el gasto de cera y otros (otros doscientos, supongo) de sacerdotes que asisten a la festividad del Sachramento. Cincuenta reales más por la festividad de San Andrés, titular de la población. Veinte reales por la que se celebra el día de los desposorios de María Santísima por voto y devoción de la vecindad. Cincuenta y cinco reales a los eclasiásticos que asisten a las rogaziones y letanías de mayo. Ciento y veinte reales de aceite y de atizar la luminaria del Santísimo en el año... y la relación sigue.
Parece que festividades litúrgicas, santos y oficiantes eran bien atendidos ya que consumían el dieciséis por ciento de los ingresos. Y eso no era todo porque, en el capítulo de inversiones recurrentes, habría que incluir el coste de las muchas pinturas y tallas de santos entonces invocados como seguro de protección y que hoy constituyen la excepcional colección de arte sacro de este pueblo.
Así y todo, aún sobraba mucho dinero para las obras públicas y caridades dejando cuadrada la cuenta de resultados. En moneda corriente, el beneficio rentado por los pastos de Salce a mediados del XVIII no nos parecería hoy una fortuna, pero el siglo de las luces era otro tiempo. (En el análisis comparativo, y sobre todo en cuestiones de fe -en los santos y en los políticos- no me voy a meter ahora ni con la ayuda de Santa Bárbara).
Retablo mayor.
Santa Ana, la Virgen y el Niño. (Santa Ana triplex).
San Roque.
A la derecha, Santa Águeda con los pechos en una bandeja.
Una Piedad doblemente patética.
Portada de la ermita de Santa Bárbara.
A comienzos del XX vivían en Salce más de 300 personas. En 1906, el dos de julio, a las 14 horas, dos niños de siete y ocho años causaron accidentalmente un incendio que destruyó treinta y ocho casas, treinta y cinco pajares, dos molinos y la escuela. El pueblo se recuperó. Años después fue de los primeros en disponer de luz eléctrica. Y hasta época reciente siguió siendo un pueblo rico, bien gobernado y capaz de costear obras notables sin ayuda.
La ermita de Santa Bárbara guardaba una imagen de la Virgen datada en el siglo XIII. Una talla popular pero de exquisita ejecución en algunos detalles; las formas llenas del rostro, el tratamiento de los cabellos, la importancia del escote guarnecido. (M. Gómez Rascón. Theotókos). Esta Virgen ofrecía en el año 2007 un aspecto lamentable, con la corona de cuero roída por los ratones, el niño sin cabeza, la peana hecha polvo y lo demás que muestra la fotografía. Creo que ahora la custodia el Museo Diocesano de León.
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Dos notas:
Panis angelicus. César Franck
Concierto de Adviento en la Dresden Frauenkirche, año 2008.
Concierto de Adviento en la Dresden Frauenkirche, año 2008.
(1) Elegí el Panis Angelicus, la magnífica y más conocida obra del organista y compositor César Franck, por razones obvias.
Panis angelicus
fit panis hominum.
Dat panis coelicus
figuris terminum.
O res mirabilis,
manducat Dominum
pauper, pauper
servus et humilis.
pauper, pauper
servus et humilis.
El pan de los ángeles
se hace pan de los hombres.
El pan del cielo
acaba con los símbolos de antaño
¡Qué maravilla!
Con el cuerpo de su Señor se alimentan
el indigente, el pobre
siervo y el humilde.
La letra es la parte final del himno Sacris Solemniis escrito por Santo Tomás de Aquino. La composición de Franck la han interpretado magníficos coros y grandes cantantes líricos. Este versión de la mezzo Elīna Garanča la he seleccionado también por razones obvias. Escuchadla.
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(2) En 1931, el Presidente Manuel Azaña y el Ministro de Justicia, Fernando de los Ríos, sin argumentar otra consideración que la del mantenimiento de la dignidad civil, firmaron el decreto que derogó el Foro de Riello. Poco después, una resolución de
(De Omaña, pueblos, paisajes, paseos. Edilesa, León. 2007)
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