La prístina Cruz de Cuetonidio, levantada a mediados del siglo XX
y tumbada por un rayo en los 60.
Mozart. Requiem.
Introito, Kyrie, Dies Irae I.
Los misioneros aquellos de los ejercicios espirituales pasaban por aquí de vez en cuando. Se conoce que encontraron mucha mies para recolectar. Años antes del satélite sugirieron levantar una gran cruz de cemento en el mismísimo Pico de Cuetonidio, a unos mil setecientos metros de altitud. Los materiales fueron acarreados a lomo de las bestias que cedió, a la fuerza, la gente del pueblo. En casa de Firme el carnicero eran todos socialistas y se supone que el caballo era rojo también porque al subir se comportó divinamente pero de vuelta, cuando pasaba por la braña de Rabanal, expelió una ventosidad muy prolongada y cayó muerto, seguramente por tanta rabia como reprimió.
... por aquel entonces, en el «lacrimarum vallis» sólo entraba el tren de La Minero. Por lo demás, era una fortaleza remota, atrancada desde fuera e impermeable hasta para las ondas de radio. Las dos docenas de periódicos que Nemesia repartía en su tienda diminuta llegaban con día y medio de retraso aunque casi daba igual porque, para encender la cocina, no importaba gran cosa ni la fecha del periódico ni lo poco que decía.
(De Laciana, un otoño. Edilesa, 2002).
La Cruz de Cuetonidio fue reconstruida en los años 80 por la Asociación La Salga y, aunque no lo parezca, tiene tiene el mismo tamaño que tenía la original. O casi.
En los años 90, con el desarrollo fulgurante de las telecomunicaciones se abrieron algunas brechas en la muralla y entraron en el valle de Laciana las ondas de radio. Dicen que la que mejor se escucha es la cadena COPE, donde son muy dados a leer las Sagradas Escrituras:
Y será predicado este evangelio del Reino en todo el mundo, para testimonio
a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin. (Mateo 24:14)
¡Ay monines!¡Agarraivos!
El hastial oeste de la iglesia parroquial de Villablino,
consagrada en octubre de 1958, está
presidido por una escultura de San Miguel Arcángel Justiciero debida al prolífico artista catalán Josep
María Subirachs cuya obra cumbre está en la Fachada de la Pasión
del Templo de la Sagrada Familia de
Barcelona.
De momento, mientras el fin no llega, la primavera vuelve a asomarse
por el ojo de la cerradura.
¿Hay arreglo para un territorio tutelado durante 100 años
por un tinglado político-financiero extraño?
No hay comentarios:
Publicar un comentario